El por qué de los laboratorios medicinales que
no quieren que tomemos agua de mar
Por: Esteban Owen
Estamos acostumbrados a
pensar que el agua de mar no se puede tomar. Es que así nos lo han hecho creer
y, aunque naturalmente no se nos da por tomarla, sencillamente porque nos sabe
demasiado salada, lo cierto es que, en primer lugar es una falacia (cuando no
una vil mentira) y, en segundo lugar, el agua de mar es tan rica en nutrientes
y minerales que si la consumiéramos habitualmente gozaríamos de “demasiada”
salud y podríamos prescindir en gran medida de los médicos y –he aquí el
problema mayor– de los laboratorios.
Laboratorios que, por cierto,
son los principales interesados en que la población no conozca los beneficios
que se derivan del consumo de agua de mar y, por el contrario, que sigamos
creyendo que el agua de mar no es apta para el consumo humano.
Vamos a explicar un poco de
qué estamos hablando.
Antes de hablar del agua de
mar, sus propiedades y beneficios, tal vez convenga detenernos brevemente en la
sal que más suponemos conocer, la que usamos cotidianamente en nuestra cocina y
en nuestras mesas familiares. ¿Qué dicen de ésta los promotores de la
alimentación y la salud “alternativas”? Sal de mesa “refinada” para asegurar
que nos enfermemos Ellos dicen que, a diferencia de la sal marina pura, que
contiene 84 elementos de gran valor para la salud humana, durante el proceso de
“fabricación” de la sal fina (o de mesa), ésta es “lavada”, proceso durante el
cual pierde algas microscópicas que fijan el yodo natural en el organismo, y
que éste es importante para la prevención del bocio. También se elimina azufre,
magnesio, calcio y otros elementos esenciales, con el propósito declarado de
“blanquear” el producto y hacerlo más vistoso para los consumidores.
Pero ahí no termina el
proceso de industrialización. Una vez “blanqueada”, la sal fina es “enriquecida”
con aditivos químicos que evitan la formación de cálculos, pero estos químicos
no son naturales y resultan perjudiciales para la salud. Y aunque la sal fina
es más agradable a la vista, cuando la probamos en grandes cantidades resulta
desagradable al paladar, mientras que una piedra de sal marina puede llegar a
ser muy agradable.
La sal sin refinar provee al
cuerpo numerosos minerales esenciales, en cambio la refinada, además de haber
sido despojada de casi todos ellos (salvo dos), contiene aditivos dañinos y
silicato de aluminio, uno de los principales causantes de la enfermedad de
Alzheimer.
Ahora vamos un poco a los
hechos: los promotores del consumo de agua de mar explican –y suena muy
razonable– que el mar es como un delicioso y saludable “caldo”, producto de la
disolución en sus aguas, durante millones y millones de años, de toda la
riqueza vital de la tierra, arrastrada por ríos provenientes de montañas,
llanuras, pantanos, rocas y cascadas, más el constante flujo y reflujo de las
mareas carcomiendo las playas y acantilados de los miles de kilómetros de
costas continentales e isleñas en toda la superficie del planeta, para no
contar el propio lecho marino. Sobreviviendo con la “sopa” oceánica
De hecho, “náufragos
voluntarios” dispuestos a demostrar la falacia del supuesto de que el agua de
mar no se puede tomar (si eres náufrago puedes morirte de sed y de hambre
flotando sobre la más deliciosa sopa que pueda existir jamás), sobrevivieron
días enteros bebiendo esa agua y alimentándose de ella. Claro: hay que saber
cómo hacerlo, cosa que explicaremos inmediatamente.
El agua de mar tiene una
concentración de 36 gramos de sal por litro, mientras que nuestro organismo
tiene 9 gramos por litro. Si tomáramos el agua marina así sin más, la concentración
de sal en nuestro cuerpo subiría tanto que los tejidos deberían liberar agua
para que la concentración de sales volviera a 9 gramos por litro. Eso
conduciría a diarreas y a la deshidratación. La solución puesta en práctica
durante el experimento fue tomar una cucharada de agua de mar cada veinte
minutos, bebiéndola muy lentamente para dejar que la saliva redujera la
salinidad del agua ingerida.
Otra manera de tomar el agua
de mar, si no somos náufragos y tenemos acceso a esa agua en nuestra vida cotidiana
–según explican los expertos– es hacerlo “de forma isotónica”: rebajando el
agua de mar con agua dulce, o añadiendo agua de mar al agua dulce. Considerando
que la cantidad de sales recomendada es de unos 9 gramos al día, y sabiendo que
la salinidad del agua de mar es de 36 gramos por litro, la cantidad de agua de
mar recomendada es de un cuarto de litro por día.
Además de las sugerencias
previas, los expertos recomiendan verificar que no seamos intolerantes al agua
de mar, lo que podemos hacer comenzando por pequeñas cantidades hasta
asegurarnos de que nos sienta bien. Algunas personas, además, son más propensas
que otras a sufrir diarreas al beber agua de mar, lo que resulta una razón
adicional para ir incrementando las cantidades de a poco. Una sugerencia
general es mezclar el agua de mar con zumos, o con agua normal mezclada con
unas gotas de limón. Esto ayuda a habituarnos a beber esta agua sin aborrecerla
en las primeras etapas. Por cierto, también tenemos que asegurarnos de no
sufrir alguna enfermedad en la que la ingesta de sal sea contraproducente
(aunque la hipertensión es un capítulo aparte, según veremos unas líneas más
abajo). Cocinar con agua de mar
El agua de mar resulta muy
apropiada para cocinar. Como ya hemos explicado, debido a los intereses
industriales la sal comercial (la sal fina o “de mesa”) es una sal “muerta”, en
la que solo se ha preservado el cloruro de sodio y, en el mejor de los casos,
yodo, además de los aditivos químicos perjudiciales para la salud.
Contrariamente, el agua de mar contiene muchos elementos muy beneficiosos, por
lo que proporciona un gran enriquecimiento a nuestra dieta.
Para darle una vuelta más a
la cuestión, la sal refinada resulta perjudicial para la salud por su alto
contenido de sodio, que favorece la hipertensión y la retención de líquidos.
Eso no sucede con la sal marina, al punto que los hipertensos pueden consumirla
con moderación y con supervisión médica, ya que su contenido de sodio es mucho
menor. Una paulatina incorporación a la dieta de recetas que incorporen sal
marina produce una lenta modificación de los hábitos alimenticios, con una
mejora en la salud como resultado general y a largo plazo.
Si tenemos en cuenta que las
enfermedades se desarrollan en entornos ácidos, es fácil entender que el consumo
de agua de mar, alcalina por derecho propio, es un alcalinizador de nuestro
organismo, lo que previene todo tipo de enfermedades y nos mantiene alejados de
los médicos y de las farmacias, por lo que el consumo masivo de agua de mar
acarrearía irremediablemente la bancarrota de los grandes laboratorios.
Como alcalinizador, el agua
de mar aporta, entre otros, todos estos beneficios: es regulador del medio
interno, nutriente celular, reconstituyente, dentífrico y colutorio
(enjuagatorio medicinal), laxante, purgante, desinfectante y cicatrizante para
infecciones de boca, estomacal y neutralizador de acidez de estómago. Como si
todo eso fuera poco, tomada antes de comer calma el apetito, lo que la hace muy
apropiada para bajar de peso.
La sal común y sus
enfermedades asociadas:
Hipertensión arterial
Edemas
Eclampsia o pre-eclampsia
Arteriosclerosis cerebral
Arteriosclerosis
Cálculos renales
Cálculos vesicales Cálculos
biliares
Hipoplasia de la tiroides
Nódulos en la tiroides
Disfunción de la paratiroides
Entre las funciones más
importantes de la sal marina, se destacan:
Regula la presión arterial,
junto con el agua.
Extrae el exceso de acidez de
las células del cuerpo, en especial las del cerebro.
Equilibra los niveles de
azúcar en la sangre, importante para los diabéticos.
Es esencial para generar
energía en las células del cuerpo.
Es importante en la absorción
de nutrientes a través del tracto intestinal.
Limpia los pulmones de
mucosidad, importante para asmáticos y enfermos de fibrosis quística.
Limpia el catarro y la
congestión de los senos paranasales. Antihistamínico natural.
Previene los calambres
musculares.
Previene la excesiva
producción de saliva. La saliva que fluye mientras se duerme es señal de
deficiencia de sal.
Aporta dureza a los huesos.
La deficiencia de sal, o comer sal refinada, es una de las principales causas
de la osteoporosis.
Regula el sueño, actuando
como un hipnótico natural.
Previene la gota y la
artritis gotosa.
Es vital para mantener la
libido y la sexualidad.
Previene las varices y las
venas de araña en piernas y muslos.
Acuamaris
http://www.aquamaris.org/
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