martes, junio 30, 2015

La Conciencia



Por Andrés Piñán   

Ciencia y Conciencia

Toda nuestra ciencia actual se fundamenta en que el espacio, el tiempo, la materia y la energía son los auténticos componentes de la realidad.  La física newtoniana sostiene que vivimos en un universo físico que tiene objetos separados en el tiempo y en el espacio, que nuestros cuerpos son parte del universo físico, que la conciencia es un fenómeno derivado de la materia, y que si tenemos pensamientos y sentimientos, emociones y deseos, instintos e impulsos, es el resultado de  complejos procesos bioquímicos, de moléculas en movimiento.   Que es real lo que podemos percibir con nuestros sentidos, lo que podemos ver, sentir y tocar, que la verdadera prueba de la realidad es la experiencia sensorial.




Para la ciencia actual representa un grave problema el fenómeno de la conciencia. Es relativamente fácil explicar como el hidrógeno evolucionó para transformarse en otros elementos, los cuales se combinaron para formar moléculas y luego células simples dotadas de vida, y como éstas se desarrollaron hasta formar seres complejos como nosotros.  Pero no hay nada en el campo de la física, la química, la biología o cualquier otra ciencia que de una explicación razonable y clara de la capacidad de los seres de tener experiencias interiores de cualquier tipo, que es lo que entendemos como conciencia.    

Parece posible, aunque complicado, entender la función del cerebro y su correlación con los fenómenos mentales, como percibimos, discriminamos, reaccionamos frente a los estímulos, centramos la atención, etc.,  pero lo realmente problemático es la conciencia en si. ¿Porqué el complejo procesamiento de información en el cerebro conduce a experiencias interiores?.  La ciencia occidental no considera el que los seres deban tener conciencia.

Como seres humanos nos enfrentamos al hecho indiscutible de poseer una conciencia propia, y sin embargo no tener manera de explicarlo.  ¿Cómo a partir del polvo y el agua de la tierra las fuerzas naturales hicieron aparecer un sistema mental capaz de preguntarse por su propia existencia?. ¿Cómo se ha vuelto consciente el universo a partir de los mas simples de los elementos?.

Científicos y filósofos intentan explicarse como surge la conciencia ( por ej. a través de la química cerebral y procesamiento del cerebro), pero no hay respuesta a la pregunta : ¿Cómo es posible que algo tan inmaterial como la conciencia surja de algo tan inconsciente como la materia?.  El fracaso posiblemente se debe a que todo se basa en la evidencia de que la conciencia surge o depende del mundo físico del espacio, del tiempo y la materia. La conciencia ha sido relegada a ser un fenómeno material.  Estamos considerando al cuerpo humano como la máquina que aprendió a producir conciencia. (véase Peter Russel, Ciencia, conciencia y luz ,Ed.Kairós).

Nuevos paradigmas científicos

El mundo que en realidad conocemos es el mundo que toma forma en nuestra mente, no se compone de materia, sino que su cualidad es mental. Lo que realmente vemos del mundo no es su apariencia, es solamente nuestra manera de mirarlo. Nuestras mentes, nuestras conciencias están creando todo lo que estamos viendo allí afuera. Todo lo que sabemos, percibimos e imaginamos, el color, el sonido, los pensamientos, las sensaciones y los sentimientos, son formas que ha adoptado la conciencia.  Incluso el espacio y el tiempo no son dimensiones      fundamentales de la realidad, son dimensiones fundamentales de la conciencia.

Cuando observamos un objeto cualquiera,  la luz que refleja forma una imagen en la retina del ojo. Unas células fotosensibles descargan electrones que desencadenan impulsos electroquímicos que viajan por el nervio óptico hasta llegar al cortex visual del cerebro, en donde son procesados en formas, colores, movimientos.  Al final del proceso, en la conciencia aparece la imagen, por ej. de un árbol.  Es algo que realmente ocurre, aunque se ignora como.  Todo lo que percibimos (vemos, olemos, tocamos, etc) se reconstruye a partir de los datos sensoriales. Creo estar percibiendo el mundo que me rodea, pero en realidad de lo único que soy consciente directamente es de los colores, sonidos y olores que aparecen en la mente.

Cuando estamos despiertos, nuestra imagen del mundo se basa en la información que recogemos con nuestro organismo sensorio del entorno que nos rodea.  Sin embargo ya hemos visto que la realidad que percibimos es una creación de nuestra mentes, al igual que lo son los sueños, que lo que percibimos del mundo es la realidad que cada uno de nosotros está construyendo y que constituye el conjunto de nuestras experiencias.

Podemos decir que existen dos realidades:    1) la realidad física , lo que está ahí afuera que estimula nuestros sentidos,  2) la realidad personal que experimenta cada cual, que es la reconstrucción del mundo que aparece en nuestra mente.  Lo ilusorio aparece cuando confundimos ambas realidades, cuando nuestro juicio malinterpreta los datos sensoriales;  sufrimos un engaño cuando creemos que  las imágenes que aparecen en nuestra conciencia son en realidad el mundo exterior (cuando pensamos que el árbol que vemos es el árbol en sí).  Ahora bien, ¿podemos estar seguros de que existe una realidad física fuera de nosotros si lo único que podemos conocer son las imágenes que aparecen en nuestra mente?.

 La física cuántica nos dice que todo depende de quien esté mirando, que mas allá de los limites de nuestra percepción hay una ambigua sopa cuántica de energía e información fluyendo sin cesar, y con todo eso nosotros creamos la experiencia de un mundo material. Sabemos que el cuerpo humano no es una estructura anatómica congelada, que en realidad es un centro de inteligencia, de energía e información, que al igual que todo en el universo está hecho de átomos, compuestos de partículas subatómicas que se mueven a la velocidad de la luz alrededor de enormes espacios, y que no son objetos materiales, sino fluctuaciones de energía e información, detenidas en eventos de espacio-tiempo. Oscilan entrando y saliendo de la existencia dependiendo de si se las observa o no. El mundo material está realmente hecho de nada. Se nos dice que la materia en su mayor parte ( en un 99,9999999%) es un fantasmagórico espacio vacío. Si es así, ¿porqué el mundo aparece tan sólido e inmutable?.  Parece ser que los electrones giran tan rápido alrededor del núcleo que crean un escudo impenetrable como si fueran bolas sólidas. Las partículas subatómicas (100.000 veces más pequeñas que un átomo) tampoco son sólidas, ni materia, son como “nubes confusas de existencia potencial”.         

¿Qué son realmente los pensamientos sino fluctuaciones cuánticas, impulsos de energía e información, eventos cuánticos que se transforman en eventos de espacio-tiempo manifestándose en algo material?. 

Hoy la ciencia sabe que el cerebro convierte cada pensamiento o sentimiento , impulsos no materiales, en moléculas mensajeras (neuropéptidos), mediante las cuales se comunican las células del sistema nervioso.  Es el lenguaje de las moléculas, en el que se transforman los pensamientos. La conciencia influyendo en lo que llamamos bioquímica.  Igualmente se sabe que cada célula de nuestro sistema inmunológico, que nos protege de infecciones, procesos degenerativos, etc. está siendo continuamente afectada por el diálogo interno que estamos constantemente manteniendo, que cada célula del sistema nervioso de todo nuestro cuerpo tiene pensamientos, toma decisiones, tiene memoria, posee un intelecto. Se está empezando a considerar a este universo como un universo “pensante”, que está vivo, que es como un organismo que respira, piensa y metaboliza, a través de impulsos de energía e información y que dan lugar a todo lo existente.  (véase Deepak Chopra,” Cuerpos sin edad, Mente sin tiempo” y “ Curación cuántica”).  La ciencia actual, libre de prejuicios, está descubriendo que el cuerpo es en realidad una mente, la experiencia objetiva de la conciencia, y la mente es la experiencia subjetiva de la conciencia, y todos nosotros no somos ni el cuerpo ni la mente, sino quienes estamos creando ambas.  Somos, al igual que todos los seres vivientes de nuestro planeta, energía e información, expresiones de inteligencia, atención y conciencia.  Hoy la ciencia ha demostrado que en menos de dos años reemplazamos nuestro cuerpo completo, hasta el último átomo, por lo tanto posiblemente nosotros no podemos ser nuestro cuerpo físico, que es tierra, agua y aire que se va reciclando, sino que estamos usando las moléculas que constituyen el mismo para manifestar nuestros recuerdos, deseos y emociones.  Parece obvio que nuestra mente individual no está restringida a nuestro cuerpo físico.

Es la conciencia la que modula la materia, y no al revés. En otras palabras, hoy se conoce que la fisiología, el sistema inmunológico, el nervioso, el endocrino e incluso la conducta, están influenciados por el estado de conciencia que tengamos. (por ej. en un estado temeroso el nivel de inmunidad es muy bajo).

 “Espacio-tiempo, materia-energía , el cuerpo físico y el universo se engendran cuando la conciencia se mueve dentro de sí, para crear la infinita diversidad de formas y fenómenos que llamamos cuerpos. Todo ello es simplemente un movimiento de la conciencia”.(Deepak Chopra).

“Deseo conocer los pensamientos de Dios, lo demás son detalles.”(A.Einstein)

“Vivimos en un universo que no tiene principio en el tiempo, que no tiene fin en el tiempo, ni bordes exteriores en el espacio” (Stephen Hawking, Breve historia del tiempo).

En todas las tradiciones espirituales y religiones del mundo ha existido la idea de que mas allá de la mente y del cuerpo, mas allá del pensamiento está el pensador o alguien que genera la idea, el experimentador que crea las ideas. Se le ha denominado fuerza creadora, energía vital, alma o Espíritu, etc. Fuerza misteriosa, abstracta e incomprensible, pero real, “no materia” pensante reflejada en experiencias de percepción ligadas al espacio y al tiempo.


La conciencia según la visión Antroposófica

Existe una tendencia a creer que la conciencia del hombre no ha ido evolucionando a lo largo de su historia, que sus facultades psíquicas siempre fueron iguales y que lo que ha evolucionado es únicamente el medio cultural en el que se desenvuelve el ser humano.  No se puede negar la importancia que dicho ambiente cultural tiene, aunque, recogiendo el punto de vista antroposófico con el que me identifico, el mismo es el resultado de la configuración anímica de cada época determinada.

Rudolf Steiner, el fundador de la ciencia espiritual antroposófica, en sus investigaciones sobre el desarrollo del hombre describe detalladamente (véase su Ciencia Oculta y su Teosofía) la evolución de la conciencia humana y el desarrollo de las nuevas facultades anímicas adquiridas en épocas determinadas, en especial en tres grandes etapas que él describe como de desarrollo en el hombre del alma sensible   (hasta la fundación de Roma), del alma racional ( hasta 1413) y del alma consciente (época actual y que durará hasta el 3513, fin de la 5ª época cultural post-atlante.).  A través de estas etapas se ha desarrollado gradualmente una influencia cada vez mayor del Yo (o ser en si mismo) como cuarto cuerpo o principio humano sobre los otros tres cuerpos ( físico, vital o etéreo y astral o emocional).

 Según manifiesta Steiner, en la época del alma sensible el ser humano no podía actuar independientemente como un ser completamente autoconsciente con su Yo incorporado, sino que actuaba bajo inspiración de seres superiores. No podía pensar ni especular sobre si mismo o sobre su mundo, su comportamiento ético-moral se basaba en instrucciones heredadas de tiempos remotos y percibía el mundo a través de sus sentimientos.  No fue hasta la época de Grecia, en que aparece la conciencia característica del alma racional, y sobre todo con Roma, cuando aparecen ya personas completamente “encarnadas”, y con confianza en ellas mismas, que piensan y actúan de forma autónoma, propia de la época del alma racional. En esta época es cuando se produce la plena incorporación en el hombre del Yo ” o ser en si mismo” mas elevado y que hará que sea posible su evolución futura como un ser moralmente libre, capaz de cumplir el destino que los dioses le habían fijado y que llegó a la humanidad con el advenimiento del Cristo. Este Yo superior no podía encarnarse dentro del hombre hasta que se le fue otorgado a través de la encarnación, muerte y resurrección del ser mas elevado que se ocupa del hombre, el Cristo.  Con ello el ser humano asumiría plena responsabilidad de sus actos.

Con las cualidades peculiares propias del alma racional, adquirida por el ser humano en el punto medio de su evolución terrenal, también denominada por Steiner como alma de entendimiento o alma intuitiva, el hombre fue capaz de pensar por si mismo (una consecuencia fue el nacimiento de la Filosofía en Grecia), completó su “descenso” de los mundos espirituales, y ya encarnado plenamente como hombre terrenal recibió la posibilidad de “ascender” nuevamente, si bien añadiendo  su conciencia terrenal a la de los mundos espirituales.

En Grecia comienza el desarrollo de la conciencia propia del alma racional, caracterizándose por el paso de la Religión a la filosofía, el cambio de la aceptación de las religiones aceptadas sin discusión, a la actitud intelectual escéptica y crítica, por el interés griego por las innovaciones, por el paso de la creencia en la infalibilidad del monarca, con sus atributos divinos o gobierno de los dioses a través de un gobernante inspirado, a la creencia implícita en la sabiduría colectiva y formas de gobierno a través de la voluntad colectiva.

El ser humano, con el desarrollo propio de las cualidades del alma consciente, también denominada por Steiner como alma espectadora, adquiere la capacidad de objetivar, de contemplarse a si mismo objetivamente.  Este tipo de conciencia tiene la tarea de establecer conscientemente el encuentro entre personas, mediante la verdadera percepción y reconocimiento del “yo” de los otros.  Es asimismo labor del alma consciente la de recuperar la percepción de los mundos espirituales (percepción que según Steiner se había mantenido, en parte, hasta la época egipcio-babilónica), pero que ha de ser nuevamente adquirida conscientemente, pero ya junto a la percepción que hemos adquirido respecto al mundo de la materia.   En la época actual se ha incrementado la conciencia del Yo en todos nosotros, así como la que tenemos del mundo exterior. Creación de esta conciencia es la capacidad de percibir los mundos espirituales, tomando el hombre en sus manos las riendas de su propia evolución alcanzando el máximo grado posible de auto-conciencia.   Podemos distinguir como características propias de esta  época de la Conciencia  los sistemas de gobierno representativos, el libre juicio, la libertad de conciencia, la tolerancia religiosa, la superación de los conceptos tribales y nacionalistas, el encuentro consciente de las almas entre personas y verdadero reconocimiento del Yo ajeno, etc.

En la etapa de conciencia que seguirá a la actual del alma consciente, en la sexta etapa cultural post-atlante, según Steiner,  será en la que realmente entre el cristianismo en la voluntad humana, con toda su fuerza, de especial desarrollo de cualidades espirituales, siendo la vida humana henchida de amor fraternal.

Visión de futuro

En la etapa actual de conciencia objetiva , en  estado de vigilia, vemos los objetos delimitados en el espacio, con colores, sonidos, vibraciones, etc. en un mundo exterior.   En etapas anteriores,  el hombre, según Steiner, percibía el mundo en imágenes, parecido a como percibimos los sueños actuales, imágenes que surgían en su alma como efectos que le producía el entorno, como fluctuaciones anímicas que resonaban en su alma.  La conciencia objetiva actual se fue formando  paulatinamente en el transcurso de la evolución, con el surgir progresivo de los órganos físicos y sentidos que nos permiten percibir los objetos del universo como algo exterior.

¿Cómo puede ser el desarrollo futuro del ser humano? . Steiner manifiesta que , además de los sentidos actuales existen en el hombre otros en estado latente, que se irán desarrollando paulatinamente.  En el transcurso de la evolución terrestre, aparecerán en los futuros habitantes formas físicas muy distintas a las actuales, con nuevos órganos que permitirán la percepción de otras formas.  Personas actuales dotadas de clarividencia pueden percibir los modelos espirituales de los futuros seres materiales:  lo que hoy ven como nubes de luz y color, áurea de energía alrededor del cuerpo, se convertirán en formas físicas.  Junto con la posibilidad  actual de ver los objetos desde dentro, como algo exterior a nosotros, el hombre actual ha desarrollado el mundo de las ideas o pensamientos sobre los objetos, que es la base de la memoria y de su autoconciencia.  Solo el hombre pensante actual es capaz de diferenciarse a si mismo del entorno como ser independiente y autoconsciente, reconociéndose a si mismo como un “Yo”.

Para la visión clarividente de Steiner, dentro de la autoconciencia, de la vida pensante actual, se ve una disposición hacia estados de conciencia aún mas elevados.  Ya se pueden percibir estados de conciencia que la humanidad entera habrá de alcanzar con el avance de la evolución planetaria, estados que se encuentran en los seres humanos actuales en estado germinal, en sus inicios.   Ante la existencia actual de los objetos “reales” perceptibles a los sentidos, y los meros pensamientos o representaciones que de ellos nos hacemos, como algo “irreal” o no existente, en un futuro se convertirán en reales:  el hombre será entonces capaz de crear imágenes, y no sólo representaciones;  la representación del color será el color mismo, igual que la del sonido será el sonido mismo, etc...   
En el futuro el hombre hará surgir, por su propia capacidad, un mundo de imágenes en el espacio exterior.  Gracias a ello será capaz de percibir seres y objetos energéticamente mucho mas sutiles,  y que por eso no vemos con nuestros sentidos actuales,  que el hombre del futuro verá con sus nuevos sentidos anímico-espirituales.  El hombre entonces, según Steiner, pasará de la actual conciencia objetiva a una “conciencia autoconsciente de imágenes”, con la que podrá comunicarse con otros seres,  hoy ocultos a nuestra percepción sensoria.

Junto con este cambio en las percepciones el hombre futuro verá también transformado su mundo de sentimientos y relaciones con su entorno.  Hoy el hombre ya puede influir conscientemente en otros seres sensibles. En un futuro podrá igualmente influir actuando conscientemente sobre otras fuerzas y poderes desconocidos (mediante manipulaciones genéticas y sobre fuerzas creadoras de la vida), y también se verá influenciado por dichas fuerzas y poderes.  En esta etapa de la conciencia ya no existirá el concepto de muerte, ya que ésta se produce cuando fallan los sentidos físicos, que son los que nos relacionan con el entorno. Si las influencias del mundo externo se reciben mediante imágenes que el hombre crea desde si mismo, podrá regular su intercambio voluntario con el entorno, no viendo su vida interrumpida en contra de su voluntad, e imperaría sobre el nacimiento y la muerte.
        
 En etapas de desarrollo aún superiores el hombre no sólo podrá crear imágenes, sino también objetos y seres. De la conciencia autoconsciente de imágenes se pasaría entonces a la conciencia autoconsciente de objetos, convirtiéndose en ser creador con dominio de las fuerzas creativas de otros mundos.  Posteriormente entraría en un estado de conciencia espiritual, con el que se cumpliría la meta evolutiva de la humanidad, conforme al papel asignado por la divinidad.

lunes, junio 29, 2015

EL APEGO Y LA SOLUCIÓN



El apego es la naturaleza del ser humano, es la naturaleza de la existencia.
No debemos sentirnos mal ni culpables si tenemos apegos. Liberarnos de los apegos toma mucho tiempo, no es posible hacerlo de un día para otro, es necesaria mucha práctica.

Los apegos nos conducen al sufrimiento, por eso es una enseñanza básica y muy importante en el Budismo.

Si nosotros nos aferramos a las cosas del mundo, sea lo que sea; nuestros propios cuerpos, cosas materiales, personas queridas, etc, todas las cosas están destinadas a cambiar, van a ser alteradas, van a desaparecer, y si no desaparecen, van a tomar una forma diferente de la que tienen ahora. Es la impermanencia.
Si nos apegamos a algo, y ese algo cambia o desaparece, lo que sucede es que uno sufre.
Una vez que comprendemos esto, la reacción no será “no debo apegarme”, sino que será
“¿cómo puedo hacer para liberarme de estos apegos o por lo menos reducirlos?” para que el sufrimiento sea menor cuando la impermanencia aparezca y nos quite estas cosas.
Para comprender esto, una de las cosas básicas es entender cómo surgen los apegos.

¿Cuál es el mecanismo psicológico por los cuales los apegos surgen?

Los seres humanos tenemos sentimientos, y éstos pueden ser divididos en dos aspectos: los sentimientos placenteros y los sentimientos desagradables.

Casi todas nuestras experiencias pueden ser subdivididas en estos dos sentimientos.
Y ¿por qué? Porque está en concordancia con la naturaleza que queremos tener lo placentero y evitar lo desagradable.
Una vez tienes sentimientos, también debes tener deseos. Estas dos cosas van juntas.
Una vez que uno tiene un deseo intenso, ese deseo intenso es un estado desagradable. Lo que uno quiere es satisfacerse.
En el mundo siempre encontramos cosas que nos satisfacen, cosas que nos hacen sentir bien con uno mismo, cosas que hacen surgir sentimientos placenteros, cosas que te ayudan a evitar sentimientos desagradables, y estas cosas nos ayudan en cierto sentido, éstas son las cosas a las que nos apegamos.
Desde el sentimiento, del deseo intenso, debe surgir el apego.
Mientras tenemos deseos intensos, mientras sigamos apegados a nuestros sentimientos y veamos a los sentimientos como algo importante, vamos a tener apego.
El pensar “No debo apegarme”, no es beneficioso, en realidad te va a hacer sentir mal contigo mismo.

Nosotros tenemos el sentido del “Yo” dentro nuestro. Y uno de los aspectos más importantes de ese sentido del “Yo” es el sentimiento de que “estamos en control”; que podemos controlar nuestro mundo. Podemos asegurarnos de que tenemos buenos sentimientos, sentimientos lindos, placenteros y que podemos evitar los desagradables. Este es uno de los aspectos más esenciales del sentido del “Yo”. Tenemos esta percepción dentro nuestro de que “tenemos el control”, podemos controlar al mundo para asegurarnos que sentimos cosas lindas y evitamos las cosas malas.
Este sentido del “Yo” del que Buda habló en muchos lugares, y cómo éste da surgimiento al sentido de estar a cargo o estar en control, ésta es una parte fundamental de la existencia humana. No es algo que uno pueda quitárselo de encima, decir “No voy a tener esto”. Uno tiene que tener este sentido del “Yo” a menos que uno esté muy desarrollado espiritualmente, totalmente despierto.
Este sentido del “Yo” es tan esencial para nuestra existencia, no tenemos otra opción más que apegarnos.
Desde el sentido del “Yo” surge la idea de que estoy a cargo, de que puedo controlar las cosas, y porque uno piensa que puede controlar las cosas, uno desea ansiosamente, porque el desear intensamente surge como resultado del hecho que uno piensa que puede controlar las cosas.
Si realmente no pudiéramos controlar las cosas, el desear intensamente no tendría ningún sentido. De ese desear intensamente, surge el apego a esas cosas que satisface el deseo en tu vida.
El apego surge porque el objeto de apego da una sensación de placer, de bienestar, de felicidad, por eso nos apegamos tan fuertemente.
Este es el mecanismo básico de cómo sucede el apego.

¿Cómo podemos liberarnos de los apegos y cómo podemos entrar en el sendero para reducirlos y hacerlos menos problemáticos?
¿Qué podemos hacer acerca de estos apegos? ¿Cómo podemos superarlos? ¿En qué tipos de cosas debemos pensar?
 


La respuesta a esto es, antes que nada necesitamos crear un refugio para nosotros mismos, que es en otro lugar separado de los apegos que tenemos.
Muchos de los apegos que tenemos están en nuestro mundo cercano; en nuestro trabajo, nuestro sentido de quienes somos en relación con otra gente, con nuestro cuerpo, seres queridos, nuestra casa, nuestra mente (sentido del "Yo").

Todo lo que tenemos que hacer es mirar a nuestro interior en lugar de mirar nuestro exterior. Ahí es donde podemos encontrar un descanso de los apegos.

Y entonces lo que tenemos que hacer es embellecernos a nosotros mismos internamente, tenemos que encontrar la fuente de la felicidad y satisfacción dentro de nosotros mismos en vez de afuera. Y cuando pueden hacer crecer este sentido de belleza, la satisfacción sucede, paz dentro de ustedes y comienzan a encontrar que se liberan de esta dependencia de las cosas externas.
Si uno se siente bien con uno mismo, aún es triste cuando alguien fallece, o cuando alguien pierde su trabajo, pero no es tan malo como solía ser porque uno tiene algo más en la vida, algo que es aún más precioso que estas cosas externas: la fama, la culpa, el alago, etc.
Así que es el sendero de “embellecer la mente”, hacer la mente más luminosa, tener una fuente interna de felicidad. Esta es la manera, gradualmente, de nivel a nivel, en que podemos superar estos apegos externos.

Una manera de ver este sendero es considerarlo como una escalera de apegos, que a medida que uno va subiendo esta escalera, uno va sustituyendo un mejor apego por un mal apego. Gradualmente uno se puede alejar del sufrimiento que esos apegos hacen surgir. Y la manera en que esto funciona es como cuando uno comienza por primera vez a estar interesado en la vida espiritual. Cuando uno empieza a sentirse más espiritual, significa que se va alejando cada vez más del mundo material y mundano, y esto es un apego bueno. Aún van a haber apegos en el mundo material, pero cada vez son menores, a medida en que vaya subiendo esta escalera.

Cuando uno comienza a practicar la vida espiritual, uno comienza a practicar la moralidad, amabilidad, bondad, valores, etc, y cuando hace esto, está aferrándose a un escalón más alto a esa escala de apegos.
A medida que vamos haciendo esto, hay beneficios con la práctica. Uno encuentra un sentimiento de felicidad, de alegría, por la práctica de la amabilidad y de los 5 preceptos. Y cuando uno observa que incrementa la felicidad y alegría, no tiende a aferrarse tanto a la propia identidad, como “persona espiritual” o “budista”, porque uno se mueve hacia la mente, uno se siente bien acerca de uno, que la vida vale la pena, uno siente “me va bien en la vida”. Y lentamente uno cambia la visión de uno mismo, con una visión más sana, un entendimiento más sano.
En el próximo escalón, uno no se aferra más tanto a la identidad de una persona espiritual, y todavía menos con la identidad de una persona material.
Luego, el próximo escalón en la escalera espiritual es la práctica de la meditación. Uno comienza a hacer amor bondadoso, compasión, tener un sentimiento de paz en el mundo. Inicialmente uno tiene que aferrarse a la práctica de la meditación, no siempre es fácil, todos sabemos lo difícil que puede ser mantener la práctica de la meditación, entonces decidan: “Voy a hacer todos los días 10 minutos de práctica de meditación”.

Nos aferramos a eso porque lo decidimos, tomamos la determinación de hacerlo.
A medida que uno comienza la práctica de la meditación, encontramos que gradualmente, con el paso del tiempo, la mente se vuelve más pura, uno tiene menos enojo, menos problemas con la gente, menos deseos fuertes en la vida, la mente se vuelve más clara, más hermosa, uno tiene un sentimiento de alegría y felicidad a medida que hace esta práctica.
No te preocupa tanto lo que los demás piensan de ti, lo que el otro piense no interesa, porque tienes un sentido de independencia.

Y cuando la meditación despega, cuando encuentras que tu mente es linda y pura, y tienes un sentimiento de desear el bien a la gente, luego uno puede comenzar a soltar el aferramiento a la moralidad, a ser amable. ¿Por qué? Porque cuando un sentimiento de compasión surge desde dentro de ti, no tienes que forzar la amabilidad. Uno ya no tiene que aferrarse a los 5 preceptos porque éstos se vuelven una extensión natural de una mente pura, hermosa. Entonces otra vez podemos ver como nos soltamos para aferrarnos a algo superior.

Una cosa interesante que va sucediendo a medida que uno va subiendo esta escalera es que el apego que uno tiene a estos escalones superiores es mucho menos que los apegos que solíamos tener en los escalones inferiores.
Uno se vuelve menos vulnerable como persona a las subidas y bajadas de la vida.
Cuando uno puede superar el apego totalmente, es el momento cuando uno tiene una profunda realización, un profundo entendimiento acerca de la vacuidad del ego.
Es solamente comprendiendo y viendo que en realidad esto sólo es una ilusión, solamente entonces podemos superar los apegos totalmente. Y este es el próximo escalón después de la meditación.

No es una cosa fácil liberarse de los apegos, es una cosa muy profunda, algo que uno tiene que practicar por un largo período de tiempo.

Por esto, el pensar: "No debo apegarme", esta es una mala manera de ver las cosas, no nos beneficia. Es bueno saber que el apego lleva al sufrimiento, porque sabiendo esto, te da la motivación de practicar para liberarte de estas cosas.

Debemos pensar: “¿Puedo usar estos apegos de una manera sabia?”

El apego es un Sendero en el que uno se permite apegarse a aquellas cosas que realmente son importantes en la vida. Apéguense a aquellas cosas que traen progreso espiritual en vez de apegarse a aquellas cosas que hacen surgir el sufrimiento.
Siempre va a haber un aspecto de sufrimiento con el apego, así que asegúrense de apegarse a aquellas cosas que nos llevan lejos del sufrimiento, en vez de generar más sufrimiento para el futuro.

 


Ajahn Brahmali


LA LEY DEL MENOR ESFUERZO



LA LEY DEL MENOR ESFUERZO

Es la cuarta ley de “Las siete leyes espirituales del éxito” de Deepak Chopra.

Esta ley se basa en el hecho de que la inteligencia de la naturaleza funciona con toda facilidad y despreocupación.
Ése es el principio de la menor acción, de la no resistencia. Por consiguiente, es el principio de la armonía y el amor. Cuando aprendemos esta lección que nos enseña la naturaleza, satisfacemos con facilidad nuestros deseos.

Si observamos la naturaleza, veremos que ella utiliza un esfuerzo mínimo para funcionar. La hierba no tiene que hacer ningún esfuerzo para crecer; sencillamente, crece. Los peces no se esfuerzan para nadar; sencillamente, nadan. Las flores no hacen ningún esfuerzo para abrirse; sencillamente, se abren. Las aves no se esfuerzan para volar; sencillamente, vuelan. Ésa es su naturaleza intrínseca. La Tierra no se esfuerza para girar sobre su eje; es su naturaleza girar a velocidad vertiginosa en el espacio.
Es la naturaleza del sol brillar. Y es la naturaleza humana hacer que los sueños se conviertan en realidad, con facilidad y sin esfuerzo.

Es mínimo el esfuerzo que hacemos cuando nuestros actos brotan del amor, porque es la energía del amor la que aglutina la naturaleza. Cuando tratamos de conseguir el poder para controlar a los demás, gastamos energía. Cuando buscamos el dinero o el poder para satisfacer al ego, gastamos energía persiguiendo la ilusión de la felicidad, en lugar de disfrutar la felicidad del momento. Cuando anhelamos el dinero para beneficio personal únicamente, cortamos el flujo de energía hacia nosotros e impedimos la expresión de la inteligencia de la naturaleza.
Pero cuando nuestras actuaciones nacen del amor, no hay desperdicio de energía. Cuando nuestros actos brotan del amor, la energía se multiplica y se acumula y el exceso de energía que recogemos y disfrutamos puede canalizarse para crear cualquier cosa que deseemos, incluida la riqueza sin límites.
Podemos considerar el cuerpo como un aparato para controlar la energía: puede generar, almacenar y gastar energía. Si sabemos cómo generar, almacenar y gastar la energía de una manera eficiente, podemos crear cualquier cantidad de riqueza.
Fijar nuestra atención en el ego, consume la mayor parte de la energía. Cuando nuestro punto interno de referencia es el ego, cuando buscamos poder y control sobre los demás, o la aprobación del resto del mundo, desperdiciamos nuestra energía.
Sin embargo, cuando liberamos esa energía podemos recanalizarla para crear cualquier cosa que deseemos. Cuando nuestro punto interno de referencia es nuestro espíritu, cuando nos volvemos inmunes a la crítica y perdemos el temor a los desafíos, podemos aprovechar el poder del amor y utilizar creativamente la energía para vivir la abundancia y la evolución.

Esta ley es también la ley que elimina la resistencia, la oposición, la contraposición, la negación y se basa en el principio de la inteligencia de la naturaleza. Si todo elemento de la naturaleza sigue su curso de manera sosegada, tranquila y fluida, ¿por qué no también el ser humano?

Hemos llegado a un punto en que queremos controlar la naturaleza para ponerla a nuestros pies. Y este hábito, ya de mucho tiempo, nos ha llevado a querer controlarlo todo para ponerlo a nuestro servicio, y más allá de un orden natural o un bien común.
En el deseo de controlar las situaciones (acontecimientos, personas, etc.) para que éstas sean como “yo quiero”, se gasta y desperdicia toda mi energía. Porque yo, como el resto de la naturaleza, soy un pozo de energía, y mi felicidad, y éxito espirituales, dependen de cómo gestione esa energía.


La ley del menor esfuerzo tiene tres componentes, tres cosas que podemos hacer para poner en funcionamiento este principio de "hacer menos para lograr más":

1. ACEPTACIÓN:

El primer componente es la aceptación.
Aceptar significa sencillamente contraer un compromiso: "Hoy aceptaré a las personas, las situaciones, las circunstancias y los hechos tal como se presenten".
Eso significa que sabremos que este momento es como debe ser, porque todo el universo es como debe ser. Este momento - el que estamos viviendo ahora mismo - es la culminación de todos los momentos que hemos vivido en el pasado. Este momento es como es porque todo el universo es como es.
Cuando luchamos contra este momento, en realidad luchamos contra todo el universo. No aceptamos.
Hemos de intentar aceptar las cosas como son, no como quisiéramos que fueran, en este momento.
Es importante comprender esto: podemos desear que las cosas sean diferentes en el futuro, pero en este momento debemos aceptarlas como son.

Cuando nos sentimos frustrados o estamos molestos a causa de una persona o una situación, recordemos que nuestra reacción no es contra la persona o la situación, sino contra nuestros sentimientos acerca de esa persona o esa situación.
Ésos son nuestros sentimientos, y nadie tiene la culpa de ellos.
Cuando reconozcamos y comprendamos esto plenamente, estaremos listos para asumir la responsabilidad de lo que sentimos y para cambiarlo.
Si podemos aceptar las cosas como son, estaremos listos para asumir la responsabilidad de nuestra situación y de todos los sucesos que percibimos como problemas.

Debemos aceptarnos a nosotros mismos, aceptar a los demás tal y como son, y sobre todo, aceptar la realidad y los hechos que nos acontecen tal y como son.
Es recomendable aceptar cada momento tal y como es porque así debe de ocurrir y porque de él debemos aprender. Pero esto no debe ocultar que podemos desear un futuro mejor y diferente, en caso de que la realidad actual no sea lo que buscamos.
La aceptación nos lleva a no luchar contra corriente, a no forzar un cambio imposible, a no estancarnos en la realidad lamentándonos. Aceptar es decir: “bien esto es así, no lo puedo cambiar, voy a ver qué lección puedo sacar.” Esto nos llevará irremediablemente, estando conectados con nuestro interior y más conscientes, a cualquier posible solución y mejora de la situación no deseada. Además, en caso de una situación agradable y positiva nos llevará a saborearla en mayor medida.

2. RESPONSABILIDAD:

En segundo lugar, y como consecuencia de la aceptación, seremos capaces de desarrollar responsabilidad.
¿Qué significa responsabilidad?
Significa no culpar a nadie ni a nada, ni siquiera a nosotros mismos, de nuestra situación.

Una vez aceptado un suceso, un problema o una circunstancia; responsabilidad significa la capacidad de tener una respuesta creativa a la situación tal como es en este momento.
En todos los problemas hay un principio de oportunidad, y esta conciencia nos permite aprovechar el momento y transformarlo en una situación o una cosa mejor.
Cuando hacemos esto, toda situación supuestamente enojosa se convertirá en una oportunidad para crear algo nuevo y bello; y todo supuesto torturador o tirano se convertirá en maestro. La realidad es una interpretación. Y si optamos por interpretar la realidad de esta manera, tendremos muchos maestros a nuestro alrededor, y muchas oportunidades para evolucionar.
Siempre que enfrentemos a un tirano, torturador, maestro, amigo o enemigo (todos son la misma cosa), recordemos: "Este momento es como debe ser". Cualesquiera que sean las relaciones que tengamos en este momento de nuestra vida, son precisamente las que necesitamos en este momento. Hay un significado oculto detrás de todos los acontecimientos, y ese significado oculto está trabajando a favor de nuestra evolución.

La responsabilidad es la capacidad de tener una respuesta creativa a la situación tal como es en este momento.
Como aceptamos, no culpamos a nada ni a nadie, ni siquiera a nosotros mismos de las cosas, y, entonces, estamos en disposición de cambiar aquello que no nos gusta.

3. ASUMIR UNA ACTITUD NO DEFENSIVA:

Es el tercer componente de la ley del menor esfuerzo.
Asumir una actitud no defensiva significa que nuestra conciencia abandona su actitud defensiva y nosotros renunciamos a la necesidad de convencer o persuadir a los demás de que nuestro punto de vista es el correcto.

Si observamos a las personas que nos rodean, veremos que ellas pasan el noventa y nueve por ciento del tiempo defendiendo sus puntos de vista.
Si sencillamente renunciamos a la necesidad de defender nuestro punto de vista, lograremos acceso a una cantidad enorme de energía que anteriormente desperdiciábamos.
Cuando estamos a la defensiva, cuando culpamos a los demás y no aceptamos ni nos rendimos ante el momento, nuestra vida se llena de resistencia. Cada vez que encontremos resistencia, reconozcamos que forzar la situación sólo aumentará la resistencia.
No es bueno alzarse rígido como un gran roble que se agrieta y sucumbe a la tempestad; al contrario, debemos tratar de ser flexibles como la caña que se dobla en la tormenta y sobrevive.
Desistamos completamente de defender nuestro punto de vista. Cuando no hay un punto que defender, no puede haber discusión, y si no hay discusión, no hay pérdida de energía. La dicha nacerá en nuestro interior y podremos deshacernos de las terribles cargas y molestias de la actitud defensiva, el resentimiento y el rencor. Sólo entonces nos sentiremos despreocupados, festivos, alegres y libres.
En medio de esta libertad alegre y sencilla, sabremos sin duda en nuestro corazón que lo que deseemos estará disponible para nosotros cuando lo deseemos, porque nuestro deseo vendrá del nivel de la felicidad, y no del nivel de la ansiedad o el temor.
El camino de la no resistencia es el camino a través del cual la inteligencia de la naturaleza se desarrolla espontáneamente, sin resistencia ni esfuerzo. Cuando alcancemos esa deliciosa combinación de aceptación, responsabilidad e indefensión, sentiremos la facilidad con que fluye la vida.
Si permanecemos abiertos a todos los puntos de vista, no aferrados rígidamente a uno, nuestros sueños y deseos fluirán con los deseos de la naturaleza. Entonces podremos liberar nuestros deseos sin apego, y después sólo esperar el momento propicio para que florezcan convertidos en realidad. Podemos estar seguros de que cuando el momento sea el indicado, nuestros deseos se cumplirán. Ésa es la ley del menor esfuerzo.

¿Cómo aplicar la ley del menor esfuerzo?

1. Practicaré la aceptación. Hoy aceptaré a las personas, las situaciones, las circunstancias y los sucesos tal como se presenten. Sabré que este momento es como debe ser, porque todo el universo es como debe ser. No lucharé contra todo el universo poniéndome en contra del momento presente. Mi aceptación es total y completa. Acepto las cosas como son en este momento, no como me gustaría que fueran.

2. Habiendo aceptado las cosas como son, aceptaré la responsabilidad de mi situación y de todos los sucesos que percibo como problemas. Sé que asumir la responsabilidad significa no culpar a nada ni a nadie de mi situación (y eso me incluye a mí). También sé que todo problema es una oportunidad disfrazada, y que esta actitud de alerta ante todas las oportunidades me permite transformar este momento en un beneficio mayor.

3. Hoy mi conciencia mantendrá una actitud no defensiva. Renunciaré a la necesidad de defender mi punto de vista. No sentiré la necesidad de convencer o persuadir a los demás de que acepten mi punto de vista.

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