jueves, agosto 03, 2017

La Autoobservación y sus Fases



La práctica de la auto-observación nos ha llevado a advertir que en ella hay varias fases o etapas de profundización en uno mismo.

1ª Fase. El observador-observante
El observador se observa a sí mismo y toma consciencia de sí mismo, en su desenvolvimiento vital, advierte sus pensamientos, sentimientos, deseos, impulsos, sus palabras y sus actos, al principio emitiendo juicios, después sin juzgarse. Anota defectos y cualidades, se analiza, reflexiona. Este entrenamiento se puede hacer en cualquier momento o situación de la vida cotidiana, mientras se hace otra cosa. Esta primera fase nos prepara para la siguiente, que puede despertar en cualquier momento.

2ª Fase. El observador-observado
El observador se ve ahora observado por una conciencia más amplia, que fluye de sí mismo y que magnifica su consciencia. Es la conciencia adimensional, espiritual, de esta forma se contempla con comprensión y benevolencia, con amor. Así adquiere una comprensión más amplia de su realidad, se ve participando en una conciencia superior de la que él dimana.

3ª Fase. La unificación del observador-observado con su centro de unidad conciente
Profundizando en la etapa anterior se unifican las dos partes, la parte observante y la parte observada, o contraparte, se adquiere una conciencia de unidad trascendente, de pertenencia, de seguridad, de objetividad, ya no hay separación entre observador y observado, aunque no se abandona esta doble polaridad, se sabe con certeza que son dos funciones del mismo ser, dos formas de darse. Ahora todo se percibe como uno, todo fluye, desde una consciencia amorosa, se percibe que uno es Nada, y por eso puede comprender cualquier manifestación como parte de la unidad, ya que no hay identificaciones. El trabajo con la auto-observación va permitiendo ahondar en nuestra realidad interior. Es un proceso de auto-indagación (¿quién soy?) que lleva a la auto-realización (soy yo). La auto-observación es posible realizarla gracias a que somos seres doble pensantes, que pensamos que pensamos, que sabemos que sabemos, que sentimos que sentimos. Por ello nuestra consciencia puede adoptar dos planos reflejos, el observador y el observado, que es el propio observador. De esta forma el observador hace objetivo al observado. Al principio lo etiqueta, lo cataloga, lo juzga, para identificarlo. Más tarde se da cuenta de que no hace falta ese análisis, pues ante todo es, por encima de cualquier identificación. Por ello, más que juzgar, lo que hace es reconocerse a sí mismo, posicionarse en su ser, en su centro de conciencia. Así en el proceso de auto-observación se avanza desde el análisis clasificador, a la comprensión intuitiva, que no necesita juzgar. De esta forma, podemos apreciar que la auto-observación no es solo tomar consciencia, o percibir, sino modificar, transmutar por mayor frecuencia de comprensión. La auto-observación transforma, modifica, realinea nuestro ser. La auto-observación es además un proceso de retroalimentación consciente. La auto-observación nos hace conscientes de lo que vivimos, de lo que antes nos pasaba desapercibido. El que actúa sin auto-observación actúa de forma automática, respondiendo a los estímulos de su medio o a los propios impulsos, pero sin reconocerse. La auto-observación es un proceso de auto-percepción, en el que nosotros somos el reflejo y el espejo en el que se proyecta nuestra luz, y acaba siendo devuelta en términos de conciencia, de tomar conciencia de lo que somos en realidad, más allá de nuestros automatismos. La auto-observación comporta además una atención vigilante, que contribuye a nuestro despertar del sueño de los sentidos. Pues acabamos descubriendo que nuestra realidad no es la apariencia que vemos, sino que nuestra realidad mayor es subyacente, trascendente. Por tanto, la auto-observación es un trabajo de introspección, verse por dentro, siguiendo la máxima que propone desde hace siglos: "Conócete a ti mismo". Esta introspección nos interioriza y nos religa a nuestro centro espiritual, nos permite alcanzar el auto-conocimiento. Sé quien soy, no de forma nocional, sino experiencial, me he encontrado a mí mismo en mi mismo, en mi interior. De ahí las sentencias de la sabiduría: "No te vayas fuera, en el interior del ser humano habita la verdad", "Todo lo que necesitamos saber está en nuestro interior". Y así el pensar, el pensador y el pensamiento que eran apariencias desligadas se religan en la unidad del ser, como tres aspectos de lo mismo, de la realidad que diferenciándose acaba reconociéndose. Este proceso de auto-observación es pertinente también para el propio cosmos. El Absoluto se auto-observa en los espejos de la creación, de su manifestación, con la que se retro-alimenta. Primero se extraña, después mira, observa a través de sus criaturas, y finalmente se auto-observa y acaba reconociéndose como origen, Todo y Nada, al mismo tiempo. Y nosotros mismos, en ese proceso de auto-observación somos parte del Absoluto realizando un proceso que va desde el des- conocimiento, a través del conocimiento, hasta alcanzar el re- conocimiento. Descubriendo que todo este proceso ha sido una juego para ejercitar el amor.

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