domingo, agosto 06, 2017

EL Cambio de Conciencia es una Revolución


Estamos siendo testigos de múltiples cambios a nuestro alrededor. Cambios climáticos, que trastocan nuestro entorno conocido y que generan, para algunos, catástrofes y desastres que cuesta abordar y comprender. Cambios en la forma en que se enfrentan los temas económicos, donde se ha desatado una crisis planetaria difícil de manejar y que deja a los entendidos sin mucho que pronosticar a futuro, sumiendo a las personas en una energía de incertidumbre y miedo. Pero principalmente, estamos frente a una serie de movimientos internos que posibilitan que estas transformaciones tengan lugar.
Es importante darse cuenta que todo lo que sucede a nuestro alrededor tiene su origen en estados internos del ser humano. Y esta afirmación está muy lejos de querer generar culpabilidad por cómo están las cosas, sino que lo que pretendo es crear una conciencia de responsabilidad, la que a fin de cuentas es la única forma de cambiar nuestra perspectiva de lo que es nuestra vida y la del planeta. La responsabilidad por nuestras vivencias nos instala lejos de la victimización, que es un estado de desempoderamiento y miedo, y que nos lleva a entregar el poder de nuestra vida a personas o circunstancias externas que nada pueden hacer si no somos nosotros quienes los llamemos a participar de nuestra vida, muchas veces, precisamente para encontrar aquel culpable que nos permita no hacernos cargo, como creadores, de nuestras penas y felicidades.
El cambio de conciencia al que aludo en este momento, consiste justamente en permitirnos entender, es decir ser conscientes, que la vida no es un constructo predeterminado de formas rígidas que nos toca enfrentar, sino el resultado de nuestros propios movimientos a partir de nuestras certezas, dudas, miedos, y creencias. Es decir, esta nueva conciencia consiste en soltar todo aquello conocido como verdad -que muchos buscan en libros y en maestros externos-, para lograr encontrar aquella verdad esencial, la que reside en nuestro corazón. Aquella verdad que nadie te puede contar y menos decir cómo es y en qué consiste. Esta nueva conciencia consiste en tener la valentía de creer en ti mismo antes que en cualquier otra cosa, porque en un corazón empoderado y libre de sesgos limitantes, se puede encontrar el reflejo puro de nuestro origen, se puede encontrar a Dios, no como ese ser lejano y que nos observa, sino como ese mar desde donde brotaron todas las gotas que en este momento vivimos en la Tierra , y que por venir de él,
nacemos libres y creadores.

Este cambio de conciencia es verdaderamente una revolución, una que nos instala en la posibilidad de recordar quien somos y tomar la vida en nuestras manos, ya no con miedo, porque al dar el primer paso para amarnos incondicionalmente, lo único que saldrá del corazón será precisamente amor. Y una creación desde el amor y desde la conciencia de lo que es la vida,
nada destructivo puede surgir.

La revolución que tenemos ante nuestros ojos, y que todos y cada uno está creando aunque no sean conscientes de ello, es la de lograr *la libertad de ser en conciencia de amor*. Eso es la automaestría. Dejar de sufrir, porque nadie te puede dañar ni puede generar circunstancias a tu alrededor que te hagan pasarlo mal; esto, porque al reconocerte como responsable de tus
actos, cambiarás el prisma de visión de lo que es la realidad, alcanzando el *sentientendimiento* de que es un juego donde las piezas no son rígidas y donde el orden que les des es único, y el que tú quieras darle.

 Es una revolución en la que cada ser humano irá comprendiéndose único y soberano. En ese estado nos iremos cubriendo sólo del amor que nos dio vida. No del amor dependiente en que buscamos que otro nos nutra para ser felices, sino que del amor libre en que incluso el error, o todo aquello que aun catalogamos de negativo, dejará de serlo. Todo aquello que podemos ver y
vivenciar en nuestra existencia tiene un origen divino y ya es hora de recordarlo, y no porque haya un dios que lo haya creado, sino porque un humano le dio vida. Y porque el humano es divino por derecho de nacimiento, tiene ese don mágico de la creación a su disposición. Lo que nos ha sucedido es que al olvidar que eso es lo que somos, nuestras creaciones parecen independientes a nuestros actos y van respondiendo principalmente al miedo, que surge de nuestra mente, a que esas creaciones que conocemos y que nos dan tranquilidad al vivir, no dejen nunca de estar para no encontrarnos con el vacío que creemos tener en nuestro interior. Somos todo amor y ya le hemos creído demasiado tiempo al juego de la dependencia. Esta revolución
nos permite recordar el guerrero que somos todos, aquel que vino a poner los puntos sobre las ies para decirle a todos aquellos que aun creen en el sometimiento, que su tiempo acabó. Decirles que nuestras armas son infinitamente más poderosas que las que han esgrimido hasta nuestros días,
porque son instrumentos de amor y conciencia, que no destruyen sino que edifican y transforman. Y eso es una de las cosas a las que más temen estos señores, la transformación. Y la mala noticia para ellos, es que esta transformación ya está en curso y no hay vuelta atrás. La historia humana no podrá seguir escribiéndose de la misma manera, ¡en hora buena!

Es por eso que podemos decir con certeza, por ejemplo, que todos los cambios dramáticos que podemos ver a nuestro alrededor, no son más que el resultado del choque entre esa vieja energía de sometimiento y la nueva energía de la libertad y la conciencia de amor. Si soltamos el miedo a lo que vendrá y nos centramos en lo que llevamos dentro y en lo que somos por dentro, todo
suceso, por terrible que se nos muestre, no es más que la oportunidad de sintonizar con la conciencia de cambio y enrolarnos en esta revolución.

Sólo habrá que permitir el cambio, dejar que la energía fluya y no detenerla con nuestros temores de que todo se acabará o de que estamos ante el peor momento de la historia. Puedo decirles con todo mi amor, que es todo lo contrario, que estamos siendo testigos y creadores del momento más maravilloso que la humanidad podría haber experienciado. El momento en que ya no necesitemos competir entre nosotros para alcanzar plenitud, en que nuestras sonrisas, en tanto reflejo de nuestro interior en amor, sean el catalizador de la energía amorosa que nos dio vida para que el planeta y nuestra forma de vida toquen definitivamente ese estado mágico, luminoso,
empoderado, soberano y sin miedo que por naturaleza nos pertenece. Esas sonrisas que ya podemos ir dando, ese canto ante la belleza de la vida en todas sus formas, es la voz del despertar en conciencia, es la voz del amor a ti mismo tal cual eres hoy, con tus dificultades, con tus miedos, con tus dudas, porque en aquello que aparenta ser tan negativo en nosotros también brilla un creador, uno que aun duerme, pero que está pronto a despertar.

Pero nadie te despertará, eso es parte de esta revolución, nadie te dirá has esto o aquello, porque no hay recetas para este momento, no hay normas –justamente las estamos dejando atrás-, no hay técnica que valga si no existe primero ese amor incondicional por ti mismo. Muchas veces creemos amar al poner nuestras buenas intenciones en otros o en el mundo, pero no nos damos cuenta que esas buenas intenciones también están condicionadas, también surgen de nuestra necesidad a que se nos devuelva amor, o a que el mundo esté bien para tener un lugar donde vivir…, eso es sobrevivenvia, eso es miedo, y hay que decirlo por su nombre. El verdadero amor ante todo es el que te puedes dar a ti mismo, para que por rebalse inunde al mundo. Es un círculo de reacciones: yo amo hasta vaciarme y pido que ese otro a quien amé me devuelva ese amor para volver a llenarme, ese es el origen de todos nuestros dramas. Este nuevo tiempo es sin condiciones, sin definiciones, es sin proyecciones…, a la larga iremos notando cómo nuestra energía libre de temores y brillando en puro amor, es la clave para que todos lleguen a conectar por sí mismos con su propio amor. De esta manera nadie podrá culpar a nadie de sus problemas y sólo quedará mirarse el ombligo, para que en honestidad, podamos decir si realmente queremos ser libres.

 Para que una revolución sea, se necesita determinación, fuerza, libertad interior, valentía, pero principalmente amor. Un revolucionario sólo alberga amor en su corazón, ese amor que le dice que hasta el más temido error, pero hecho con pasión, es el acto más glorioso que pueda crear…, porque es único y soberano, sin pauta. Aquel que es fiel a su corazón antes que a formas
establecidas de acción, es quien prevalecerá.

La nueva energía que se está instalando en nuestro corazón, en nuestra conciencia y en nuestro planeta, no responde a proyecciones. No puede siquiera ser definida, porque no es lineal, porque fluye desde múltiples dimensiones hasta nuestra Tierra, y la revolución no se está dando en el
cielo, sino bajo nuestros pies, en nuestro planeta.

Esta pequeña reflexión, nos permite entender, por qué a veces es necesario rebatir, no en un afá "egocentrico" como se mal interpreta, sino en la búsqueda angustiante de tenr un punto en común... la evolución no es una transición pacífica, es una verdadera conquista cambio revolucionario de conciencia nos abre la puerta al cambio permanente. Es un estado de vida en que no sabremos qué viene en el segundo después de nuestra conciencia. Lograremos despegarnos de lo establecido como real para crear maravillosos y mágicos mundos de no saber, sino de sentir…, y eso requiere cojones y entrega total en confianza ante la vida, creyendo en que
al soltar el control y los miedos de no saber qué vendrá, se mostrará la abundancia de la vida.

Un revolucionario tiene cojones y está hecho de amor, un guerrero como tú y como yo, lo digo con certeza y confianza, porque de lo contrario, no estaríamos comunicandonos, tú y yo, en este momento.

 Por Roberto Cabrera Olea

jueves, agosto 03, 2017

El Trabajo de la Autoobservación

Cuando comienzas a trabajar con la auto-observación, debes dividirte en dos partes: una parte observada y una parte observante.
Para hacer esto, debes tomar parte activa en tu atención y crear una posición ventajosa dentro de tu psicología desde la cuál puedas observarte a ti mismo de forma objetiva y desapasionada. Cuando intentas observarte a ti mismo desde esta nueva posición, debes ser capaz de ver todo de una vez, tus circunstancias exteriores, tus acciones, tus palabras, tus actitudes, los estados emocionales, las posturas, el tono de tu voz, las intenciones y los motivos, las expresiones faciales y los movimientos del cuerpo. Desarrollar este tipo de atención lleva su tiempo y en un principio sólo viene en pequeños destellos. Cada uno de estos destellos es una fotografía de ti mismo y serás capaz de recordarla por su cualidad especial.

Cada esfuerzo de observación de sí irá creando más luz porque ésta deja un rayo de consciencia superior dentro de tu psicología personal. La analogía de la práctica de la auto-observación es la siguiente:
Tienes muchos yoes, uno de los cuáles es el Yo Observante, y estás asistiendo a una representación. Ésta representa la vida. La audiencia (tus múltiples yoes) están cada uno de ellos con la atención puesta en esta representación y cada uno responde y reacciona a ella de forma diferente. Algunos yoes están inquietos, otros están aburridos, otros enfadados, otros perezosos, algunos están encantados, etc. El Yo Observante da una vuelta por el escenario y observa a la audiencia, dándose cuenta de las reacciones de cada uno de estos yoes ante la representación (la vida).
Recordar la práctica de la auto-observación y refinar dicha práctica son los dos primeros desafíos. Intentar recordarse a si mismo puede ser pegar notas recordatorias por todos lados donde esté escrito "recuérdate a ti mismo", o decidir practicarla a una hora determinada del día, o utilizar pequeños trucos que te recuerden que debes observarte a ti mismo siempre y en todas partes.

Una vez que comiences la práctica de la observación de si puede que aparezca una cierta perplejidad ante lo que observas y de lo cuál antes no eras consciente. Este es uno de los mayores obstáculos a superar en el refinamiento de tu práctica. Cuando te observas a ti mismo y comienzas a ver la falta de sinceridad, las mentiras, el egoísmo y la legión de reacciones y emociones negativas y desproporcionadas que caracterizan tu experiencia interna y moldean tu vida, el choque puede paralizarte en lo que al desarrollo se refiere. En cuanto aparezcan juicios ante lo observado, como por ejemplo culpabilidad, miedo, humillación, frustración o vergüenza, puedes sentir este estado de parálisis interna. Como nada consciente puede crecer de un estado de negatividad, efectivamente estás paralizado. Igualmente, cuando comienzas a justificar todo eso que observas. Si aparecen estas justificaciones, puedes estar seguro de que te estás identificando y de que te encuentras en un estado negativo.
La práctica de la auto-observación imparcial es vital. Debes ser capaz de observarlo todo claramente con un ojo desapasionado. Esto quiere decir que hay que dejar de atribuírselo todo a uno mismo. Atribuirse todo a uno mismo significa estar identificado y esto es lo que estamos intentando cambiar. El Trabajo irá poniendo luz acerca de lo que te atribuyes a ti mismo, acerca de donde pones la sensación de yo, tu Yo Real.
La primera cosa a hacer en el caso de volverse negativo como reacción a lo que observas en ti mismo es retirar la sensación de yo de ello. Podemos decir: "esto no soy yo" y tornar el Yo Observante sobre la respuesta negativa y darse cuenta de lo que ésta te dice. Cuando dices "esto no soy yo" estás creando una diferencia entre tu mecanicidad y tu Yo Real, que se clarifica, y retiras de esta forma tu fuerza de la corriente de mecanicidad. Si te observas justificándote, simplemente para la conversación interna.
Será necesario una práctica continuada antes de que el Yo Observante funcione con agudeza o se haga permanente, o antes de que hayas experimentado la suficiente "luz interna" para verificar lo que el Trabajo enseña acerca de tu psicología personal.
La observación de sí ilumina la oscuridad que es esa parte inconsciente en nosotros mismos. No deberíamos ver esta parte inconsciente sólo como el contenedor de nuestros estados negativos sino como el lado que permanece inobservado, inconsciente y desconocido por nosotros. No se puede cambiar nada si no se es consciente de su existencia. Así, la transformación de uno mismo, que es el objetivo del esoterismo, depende sobre todo de la observación de sí.
Algunas de las razones por las que el Trabajo pide observar los estados y emociones negativas son porque no son parte de la esencia. Es algo adquirido y, lo que es más importante, porque se hallan de lleno en el camino del desarrollo interior. También, la no expresión de las emociones negativas nos da una comprensión del dominio y de la superioridad que estas tienen sobre nosotros.

La práctica te mostrará como transitamos continuamente desde la queja a la irritabilidad, a hablar y actuar con rabia seguido de la auto-justificación, pasando al desánimo y a la culpabilidad, etc. Observarás la charla interna y externa en términos difamatorios y te encontrarás a ti mismo refunfuñando sobre algo que debes soportar, preocupado por ello. Serás consciente de cuan crítico eres acerca de todos y de todo lo que te encuentras. Y esto es lo que llamas discernimiento. Notarás que estás lleno de insatisfacción sin importar lo que tengas y te sientes ansioso y temerosamente vulnerable. Cuando las cosas van bien, tendrás miedo de que todo pueda cambiar y sufrirás. Cuando las cosas no van bien, tendrás miedo de que no cambien y también sufrirás. En cualquier caso, tienes miedo y sufres. Te verás a ti mismo guardando rencor contra la gente, contra los eventos y las circunstancias y sentirás frustración. Te verás a ti mismo chismorreando, comprendiendo cuan a menudo mientes, te sientes inseguro, avergonzado o rechazado, o cuan a menudo te adulas a ti mismo, juzgas a los otros y te relacionas con todo en términos de "me gusta" "no me gusta".
Es muy claro que todo este trabajo incorrecto en nuestra psicología debe ser transformado antes de que pueda funcionar a un nivel superior de consciencia. La observación de sí es el primer paso en el comienzo de purificación de tu vida interna, de liberación de todo el caos y la confusión. Cuando observas un "yo" negativo para el trabajo, estás ya menos bajo su poder. El Yo Observante no se identifica y de esta manera no puede ser cautivado por él. Utiliza la fuerza de la intencionalidad que, de otra forma, se "engancharía" en la emoción negativa mecánica. La observación repetida de las mismas emociones negativas las debilita y hace que la separación con ellas sea progresivamente más fácil.

Necesitamos observar la Falsa Personalidad en acción. Esto incluye las actitudes, las opiniones, preferencias, maneras, frases repetitivas, posturas, lenguaje corporal, expresiones faciales y la multitud de yoes cambiantes. Esta multitud de estímulos-respuestas es llamada Yo Imaginario y tiene ilusión de unidad. Su formación proviene de las ideas que tenemos acerca de nosotros mismos. Estas ideas ilusorias forman imágenes de nosotros mismos basadas en la imaginación, la vanidad y el amor propio. El Yo Imaginario cree que es esas imágenes y esa imaginación que tiene acerca de sí mismo, pero la auto-observación honesta e imparcial muestra que no somos lo que suponíamos que éramos. Toda la multitud de yoes surge de las respuestas dictadas por tu Personalidad Adquirida individual. La observación de sí nos puede mostrar que no somos eso.
Después de haber practicado la observación de sí por un período de tiempo, cuando tengamos una memoria-trabajo llena de verificaciones y "fotografías" de nosotros mismos, la idea de la multiplicidad de yoes comenzará a tener significado. Verificar y comprender que no poseemos un centro estable o un yo permanente significa que no vivimos la vida sino que solamente respondemos a los estímulos. La comprensión de esto puede incrementar la necesidad y la aspiración de un cambio.
Este punto en nuestro trabajo puede ser un momento de desorientación e inseguridad. Hacerse consciente de la multiplicidad de yoes sucede en el camino mucho antes de que la presencia del Yo Real tenga la fuerza suficiente para "salvarte" del vértigo psicológico de sentir tu "nadeidad" en la forma aguda que la auto- observación crea. Es aquí donde se alcanza el primer el primer peligro en el Trabajo. Cuando tomas contacto por primera vez con las hordas de yoes sobre las que no tienes dominio en tu psicología personal, cuando las ves reaccionando de forma mecánica hacia la vida sin tu consentimiento, y cuando escuchas sus canciones sin final, de repente te sientes un extraño a ti mismo. No reconoces a estos yoes continuamente cambiantes como un reflejo de la imagen que siempre has tenido de ti mismo, disolviéndose así la ilusión de unidad interna y del Yo Imaginario.
Lo que sigue a esto es la pregunta: ¿Quién soy yo? Y esta es la condición necesaria que debe ser alcanzada. En un momento de realidad cuando experimentas tu verdadera "nadeidad" y sientes la pregunta: ¿Quién soy yo?, si tu motivo es sincero, la respuesta que se recibe es una afirmación de tu Yo Real.

Comienzas a percibir tu Yo Observante separado de los otros yoes en cualidad y posición. Se mantiene aparte, digamos que sobre los otros yoes, y los puede ver en acción. Recuerda que el Yo Observador informa y define el Yo Real y que éste está por encima del Yo Observante. Esta percepción se vuelve una experiencia interna tangible a medida que avanzas a través de la observación de sí. Comienzas a sentir tu sensación de yo diferente de los demás yoes de la falsa personalidad. La diferencia se vuelve espacio entre la falsa personalidad y el Yo Real, definiéndose ambos. Pero este proceso lleva su tiempo y el Yo Observante tiene la habilidad de ver antes de ganar la fuerza de actuar. Sentirás la falsedad de los yoes de la falsa personalidad y comprenderás así que esto no es yo, aunque todavía serás incapaz de cambiar nada. Los que es peor, no sabrás lo que es YO hasta que no realices lo real en ti.
Para atravesar esta parte del camino se necesita cierto nivel de estabilidad y madurez. Puede ser valioso en este punto preguntarse a uno mismo: ¿Qué es lo que hay dentro de mí que está observando? La respuesta clarifica y define al Yo Observante. Cuanto más practiques la auto-observación más rápidamente atravesarás esta etapa del Trabajo a medida que el Yo Observante se vuelve más claro y definido.
En la práctica de la observación de sí, el Yo Observante se hará consciente de la multiplicidad de yoes y su acción, de los rasgos de la personalidad habitual, las emociones negativas, las asociaciones de pensamiento, la justificación, la consideración interna, el miedo y la vanidad, todos ellos reclamando tu atención y utilizando tu energía para alimentarse. En este momento de observación debe hacerse una elección consciente, la que deja de poner atención a todos esos yoes que nos impiden avanzar y afirmar a los que nos ayudan. La facultad para llevar a cabo este tipo de discernimiento consciente nos la da la práctica de la auto-observación.
Justo en esta etapa del Trabajo es donde la pureza de los objetivos internos juega un papel importante. Si tus propósitos y motivaciones son reales y no vienen de tus deseos hacia la vida, entonces aparecerá la inspiración en ti que te ayudará a discernir y elegir más allá de las elecciones de la falsa personalidad basadas en el "me gusta/ no me gusta", lo que debilita nuestro trabajo. Es sólo a través de la vivencia de nuestra "nadeidad" que caminamos hacia el Yo Real y no a través del deseo egoísta de alcanzar poderes, reconocimientos hacia la vida o la necesidad de éxitos personales. De esta forma comprendemos la importancia de nuestros objetivos internos y de la fuente desde donde ellos manan. Sólo la pureza de nuestra motivación acomoda la actividad de la Consciencia Real que nos ayuda a discernir más allá de las múltiples voluntades de la personalidad.

Sin embargo, supongamos que tus propósitos son correctos y que llegas a un punto de tu vida-trabajo donde tienes que elegir qué yoes alimentar y qué yoes abandonar. En términos prácticos, imagínate observándote a ti mismo justificando la crítica hacia alguien:
"...Ya sabes que él es así. Siempre lo has sabido. Es rudo, engreído y estúpido. Te ha causado muchas dificultades, incluso dolor. Habla demasiado, le divierte el sarcasmo sin importarle la ofensa. Te ha insultado deliberadamente. Ya has oído muchas veces sus mentiras, sus chismorreos y sus calumnias contra todo el mundo. ¡Fíjate en su pelo y en su ropa! Seguro que se droga, roba y estafa a todo el mundo. No sé ni siquiera como puedo dirigirme a él..."
Ahora, supongamos que estás observando toda esta canción interna sucediendo dentro de ti y que recuerdas las ideas del Trabajo y tus objetivos internos. Piensas en el Trabajo en relación con este evento. Primero, haces un STOP en la crítica porque es una emoción negativa robándote la fuerza. Tendrás que practicar el STOP interior una y otra vez debido a que estos pensamientos y emociones se resistirán a parar. Entonces reconoces que tu mecanicidad personal y la tropa de asociaciones de pensamiento están en pleno funcionamiento porque comprendes que seguramente haya alguien que encuentre a esta persona encantadora, maravillosa y amable y que hay personas que no ven en él lo que tú estás viendo. Así, son tus reacciones mecánicas subjetivas las responsables de este proceso. Tus emociones negativas son siempre las responsables. ¿Pero cómo podrías no protestar ante él y su conducta? Te dices a ti mismo.
Entonces recuerdas que esa persona también es prisionera de su mecanicidad e hipnotizada por ella. Comprendes que dicha persona no es su conducta más que tú eres la tuya. Habiendo observado y verificado tu incapacidad de "hacer" y de comportarte siempre de forma intencionada, de acuerdo a tus objetivos, comprendes lo que significa ser mecánico y que esa persona no tiene demasiadas elecciones en el asunto. Comprendes que su personalidad se ha podido formar por el dolor y la imitación y que sus comentarios sarcásticos constantes son simplemente un intento para hacer inferiores a los demás de forma que él pueda sentirse superior. Entonces sabes que en realidad, él se siente inferior e inseguro y que su personalidad es manejada por estas condiciones. A través de la comprensión puede aparecer en ti la compasión. Piensas, ¿soy yo diferente? Así observas que tus críticas y calumnies no son muy diferentes de sus chismorreos, de sus calumnias y de su conducta insultante. Podrás verificar que la sospecha y el recelo acomodan los hechos para ajustar tu actitud negativa mientras permaneces sentado en tu pequeño nicho superior mirándole allá abajo, juzgándole y condenándole por hacer sentir inferiores a otras personas. ¿Tu superioridad es más correcta que la suya? ¿Alguna vez has actuado incorrectamente para conseguir atención o poder? ¿Recuerdas la última vez que mentiste o chismorreaste o dijiste palabras crueles sobre alguien? ¿Quizás hoy? No importa si tu expresión de estas cosas no es como la suya. Debes de comprender que son en acción las mismas emociones negativas que las suyas.

Trabajando con la observación de sí y a través de la experiencia personal se comprende muy claramente la inseguridad y el dolor de sentirse inferior. Experimentas cierta afinidad con esa persona y comprendes que no conoces a la persona real sino que sólo puedes ver la falsa personalidad, que en realidad es más doloroso para él que para ti. Sientes un remordimiento real por haber sido tan crítico hacia él. Sientes humildad y el dolor que te has infringido a ti mismo. Agradeces el haber podido comprender todo esto a través del trabajo sobre ti mismo, sientes compasión y humildad. Aparece una oración en tu corazón esperando bendiciones para ti y para él. Te liberas y este estado de claridad se vuelve una experiencia de tu ser real. La consistencia y permanencia de su presencia depende de este tipo de experiencias.
"Gusta de lo que no gustas", dice una idea del Trabajo. No es necesario que aprendas a que te guste todo lo que consideras malo o negativo. Y aquí hay otro punto de las enseñanzas esotéricas fácilmente interpretadas de forma errónea. La idea de aprender a gustar lo que no gustas es un ejercicio que debe practicarse con discernimiento y con una disposición interna apropiada. Si una persona escupe enfrente de ti no tiene por qué gustarte. Sin embargo, a medida que tu condición de mecanicidad y hábitos se va haciendo patente y visible para ti, aparecen otras formas de actuar. Hay más comprensión y compasión, sabiendo y recordando el estado de hipnotismo en el que el ser humano está envuelto, lo que hace que haya una transformación de tus emociones negativas.

Tenemos infinitas posibilidades de transformación a través de experiencias como esta donde nos podemos medir con múltiples asuntos cotidianos que nos harán tener una nueva perspectiva y una visión más amplia y tolerante. Observa como en este proceso el "elegir" tiene mucha importancia. Para comenzar, eliges observarte con un propósito, eliges ponerle atención y esfuerzo consciente. Eliges tener una dirección diferente a la de tu mecanicidad a la luz de ciertas ideas del Trabajo. Eliges observarte a ti mismo sin crítica, tomando la responsabilidad de tu vida. Eliges recordar tus objetivos internos y permitirte ser transformado. Eliges con responsabilidad los pensamientos que piensas, las palabras que utilizas, las emociones que consientes, las influencias a las que te sometes.
En este trabajo todo depende de la observación de sí. Este proceso debe ser practicado para construir una nueva estructura psicológica desde la que tener una perspectiva de comprensión desarrollada. Conocimiento de Sí

Autoobservación Activa


La Auto-Observación íntima de sí mismo es un medio práctico para lograr una transformación radical. Conocer y observar son diferentes. Muchos confunden la observación de sí con el conocer. Se conoce que estamos sentados en una silla en una sala, más esto no significa que estemos observando la silla. Conocemos que en un instante dado nos encontramos en un estado negativo, tal vez con algún problema o preocupados por este o aquel asunto, en estado de desasosiego o incertidumbre, etc., pero esto no significa que lo estemos observando. ¿Siente usted antipatía por alguien? ¿Le cae mal cierta persona? ¿Por qué? Ud. dirá que conoce a esa persona... ¡Por favor!, obsérvela, conocer nunca es observar; no confunda el conocer con el observar... La observación de sí, que es un ciento por ciento activa, es un medio de cambio de sí, mientras que el conocer, que es pasivo, no lo es. Ciertamente conocer no es un acto de atención. La atención dirigida hacia dentro de uno mismo, hacia lo que está sucediendo en nuestro interior, sí es algo positivo, activo...En el caso de una persona a quien se tiene antipatía, así porque sí, porque nos viene en gana y muchas veces sin motivo alguno, uno advierte la multitud de pensamientos que se acumulan en la mente, el grupo de voces que hablan y gritan desordenadamente dentro de uno mismo, lo que están diciendo, las emociones desagradables que surgen en nuestro interior, el sabor desagradable que todo esto deja en nuestra psiquis, etc., etc., etc. Obviamente en tal estado nos damos cuenta también de que interiormente estamos tratando muy mal a la persona a quien tenemos antipatía. Más para ver todo esto se necesita incuestionablemente de una atención dirigida intencionalmente hacia adentro de sí mismo; no de una atención pasiva. La atención dinámica proviene realmente del lado observante, mientras los pensamientos y las emociones pertenecen al lado observado.Todo esto nos hace comprender que el conocer es algo completamente pasivo y mecánico, en contraste evidente con la observación de sí, que es un acto consciente. No queremos con esto decir que no exista la observación mecánica de sí, más tal tipo de observación nada tiene que ver con la auto-observación psicológica a que nos estamos refiriendo.Pensar y observar resultan también muy diferentes. Cualquier sujeto puede darse el lujo de pensar sobre sí mismo todo lo que quiera, pero esto no quiere decir que se esté observando realmente. Necesitamos ver a los distintos “Yoes” en acción, descubrirlos en nuestra psiquis, comprender que dentro de cada uno de ellos existe un porcentaje de nuestra propia conciencia, arrepentirnos de haberlos creado, etc. Entonces exclamaremos: “¿Pero qué está haciendo este YO?”. “¿Qué está diciendo?”. “¿Qué es lo que quiere?”. “¿Por qué me atormenta con su lujuria, con su ira?”, etc., etc.Entonces veremos dentro de sí mismos todo ese tren de pensamientos, emociones, deseos, pasiones, comedias privadas, dramas personales, elaboradas mentiras, discursos, excusas, morbosidades, lechos de placer, cuadros de lascivia, etc., etc., etc.Muchas veces antes de dormirnos en el preciso instante de transición entre vigilia y sueño sentimos dentro de nuestra propia mente distintas voces que hablan entre sí. Son los distintos Yoes que deben romper en tales momentos toda la conexión con los distintos centros de nuestra máquina orgánica a fin de sumergirse luego en el mundo molecular, en la “Quinta Dimensión”.

La Autoobservación y sus Fases



La práctica de la auto-observación nos ha llevado a advertir que en ella hay varias fases o etapas de profundización en uno mismo.

1ª Fase. El observador-observante
El observador se observa a sí mismo y toma consciencia de sí mismo, en su desenvolvimiento vital, advierte sus pensamientos, sentimientos, deseos, impulsos, sus palabras y sus actos, al principio emitiendo juicios, después sin juzgarse. Anota defectos y cualidades, se analiza, reflexiona. Este entrenamiento se puede hacer en cualquier momento o situación de la vida cotidiana, mientras se hace otra cosa. Esta primera fase nos prepara para la siguiente, que puede despertar en cualquier momento.

2ª Fase. El observador-observado
El observador se ve ahora observado por una conciencia más amplia, que fluye de sí mismo y que magnifica su consciencia. Es la conciencia adimensional, espiritual, de esta forma se contempla con comprensión y benevolencia, con amor. Así adquiere una comprensión más amplia de su realidad, se ve participando en una conciencia superior de la que él dimana.

3ª Fase. La unificación del observador-observado con su centro de unidad conciente
Profundizando en la etapa anterior se unifican las dos partes, la parte observante y la parte observada, o contraparte, se adquiere una conciencia de unidad trascendente, de pertenencia, de seguridad, de objetividad, ya no hay separación entre observador y observado, aunque no se abandona esta doble polaridad, se sabe con certeza que son dos funciones del mismo ser, dos formas de darse. Ahora todo se percibe como uno, todo fluye, desde una consciencia amorosa, se percibe que uno es Nada, y por eso puede comprender cualquier manifestación como parte de la unidad, ya que no hay identificaciones. El trabajo con la auto-observación va permitiendo ahondar en nuestra realidad interior. Es un proceso de auto-indagación (¿quién soy?) que lleva a la auto-realización (soy yo). La auto-observación es posible realizarla gracias a que somos seres doble pensantes, que pensamos que pensamos, que sabemos que sabemos, que sentimos que sentimos. Por ello nuestra consciencia puede adoptar dos planos reflejos, el observador y el observado, que es el propio observador. De esta forma el observador hace objetivo al observado. Al principio lo etiqueta, lo cataloga, lo juzga, para identificarlo. Más tarde se da cuenta de que no hace falta ese análisis, pues ante todo es, por encima de cualquier identificación. Por ello, más que juzgar, lo que hace es reconocerse a sí mismo, posicionarse en su ser, en su centro de conciencia. Así en el proceso de auto-observación se avanza desde el análisis clasificador, a la comprensión intuitiva, que no necesita juzgar. De esta forma, podemos apreciar que la auto-observación no es solo tomar consciencia, o percibir, sino modificar, transmutar por mayor frecuencia de comprensión. La auto-observación transforma, modifica, realinea nuestro ser. La auto-observación es además un proceso de retroalimentación consciente. La auto-observación nos hace conscientes de lo que vivimos, de lo que antes nos pasaba desapercibido. El que actúa sin auto-observación actúa de forma automática, respondiendo a los estímulos de su medio o a los propios impulsos, pero sin reconocerse. La auto-observación es un proceso de auto-percepción, en el que nosotros somos el reflejo y el espejo en el que se proyecta nuestra luz, y acaba siendo devuelta en términos de conciencia, de tomar conciencia de lo que somos en realidad, más allá de nuestros automatismos. La auto-observación comporta además una atención vigilante, que contribuye a nuestro despertar del sueño de los sentidos. Pues acabamos descubriendo que nuestra realidad no es la apariencia que vemos, sino que nuestra realidad mayor es subyacente, trascendente. Por tanto, la auto-observación es un trabajo de introspección, verse por dentro, siguiendo la máxima que propone desde hace siglos: "Conócete a ti mismo". Esta introspección nos interioriza y nos religa a nuestro centro espiritual, nos permite alcanzar el auto-conocimiento. Sé quien soy, no de forma nocional, sino experiencial, me he encontrado a mí mismo en mi mismo, en mi interior. De ahí las sentencias de la sabiduría: "No te vayas fuera, en el interior del ser humano habita la verdad", "Todo lo que necesitamos saber está en nuestro interior". Y así el pensar, el pensador y el pensamiento que eran apariencias desligadas se religan en la unidad del ser, como tres aspectos de lo mismo, de la realidad que diferenciándose acaba reconociéndose. Este proceso de auto-observación es pertinente también para el propio cosmos. El Absoluto se auto-observa en los espejos de la creación, de su manifestación, con la que se retro-alimenta. Primero se extraña, después mira, observa a través de sus criaturas, y finalmente se auto-observa y acaba reconociéndose como origen, Todo y Nada, al mismo tiempo. Y nosotros mismos, en ese proceso de auto-observación somos parte del Absoluto realizando un proceso que va desde el des- conocimiento, a través del conocimiento, hasta alcanzar el re- conocimiento. Descubriendo que todo este proceso ha sido una juego para ejercitar el amor.

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