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martes, marzo 27, 2018

domingo, agosto 06, 2017

EL Cambio de Conciencia es una Revolución


Estamos siendo testigos de múltiples cambios a nuestro alrededor. Cambios climáticos, que trastocan nuestro entorno conocido y que generan, para algunos, catástrofes y desastres que cuesta abordar y comprender. Cambios en la forma en que se enfrentan los temas económicos, donde se ha desatado una crisis planetaria difícil de manejar y que deja a los entendidos sin mucho que pronosticar a futuro, sumiendo a las personas en una energía de incertidumbre y miedo. Pero principalmente, estamos frente a una serie de movimientos internos que posibilitan que estas transformaciones tengan lugar.
Es importante darse cuenta que todo lo que sucede a nuestro alrededor tiene su origen en estados internos del ser humano. Y esta afirmación está muy lejos de querer generar culpabilidad por cómo están las cosas, sino que lo que pretendo es crear una conciencia de responsabilidad, la que a fin de cuentas es la única forma de cambiar nuestra perspectiva de lo que es nuestra vida y la del planeta. La responsabilidad por nuestras vivencias nos instala lejos de la victimización, que es un estado de desempoderamiento y miedo, y que nos lleva a entregar el poder de nuestra vida a personas o circunstancias externas que nada pueden hacer si no somos nosotros quienes los llamemos a participar de nuestra vida, muchas veces, precisamente para encontrar aquel culpable que nos permita no hacernos cargo, como creadores, de nuestras penas y felicidades.
El cambio de conciencia al que aludo en este momento, consiste justamente en permitirnos entender, es decir ser conscientes, que la vida no es un constructo predeterminado de formas rígidas que nos toca enfrentar, sino el resultado de nuestros propios movimientos a partir de nuestras certezas, dudas, miedos, y creencias. Es decir, esta nueva conciencia consiste en soltar todo aquello conocido como verdad -que muchos buscan en libros y en maestros externos-, para lograr encontrar aquella verdad esencial, la que reside en nuestro corazón. Aquella verdad que nadie te puede contar y menos decir cómo es y en qué consiste. Esta nueva conciencia consiste en tener la valentía de creer en ti mismo antes que en cualquier otra cosa, porque en un corazón empoderado y libre de sesgos limitantes, se puede encontrar el reflejo puro de nuestro origen, se puede encontrar a Dios, no como ese ser lejano y que nos observa, sino como ese mar desde donde brotaron todas las gotas que en este momento vivimos en la Tierra , y que por venir de él,
nacemos libres y creadores.

Este cambio de conciencia es verdaderamente una revolución, una que nos instala en la posibilidad de recordar quien somos y tomar la vida en nuestras manos, ya no con miedo, porque al dar el primer paso para amarnos incondicionalmente, lo único que saldrá del corazón será precisamente amor. Y una creación desde el amor y desde la conciencia de lo que es la vida,
nada destructivo puede surgir.

La revolución que tenemos ante nuestros ojos, y que todos y cada uno está creando aunque no sean conscientes de ello, es la de lograr *la libertad de ser en conciencia de amor*. Eso es la automaestría. Dejar de sufrir, porque nadie te puede dañar ni puede generar circunstancias a tu alrededor que te hagan pasarlo mal; esto, porque al reconocerte como responsable de tus
actos, cambiarás el prisma de visión de lo que es la realidad, alcanzando el *sentientendimiento* de que es un juego donde las piezas no son rígidas y donde el orden que les des es único, y el que tú quieras darle.

 Es una revolución en la que cada ser humano irá comprendiéndose único y soberano. En ese estado nos iremos cubriendo sólo del amor que nos dio vida. No del amor dependiente en que buscamos que otro nos nutra para ser felices, sino que del amor libre en que incluso el error, o todo aquello que aun catalogamos de negativo, dejará de serlo. Todo aquello que podemos ver y
vivenciar en nuestra existencia tiene un origen divino y ya es hora de recordarlo, y no porque haya un dios que lo haya creado, sino porque un humano le dio vida. Y porque el humano es divino por derecho de nacimiento, tiene ese don mágico de la creación a su disposición. Lo que nos ha sucedido es que al olvidar que eso es lo que somos, nuestras creaciones parecen independientes a nuestros actos y van respondiendo principalmente al miedo, que surge de nuestra mente, a que esas creaciones que conocemos y que nos dan tranquilidad al vivir, no dejen nunca de estar para no encontrarnos con el vacío que creemos tener en nuestro interior. Somos todo amor y ya le hemos creído demasiado tiempo al juego de la dependencia. Esta revolución
nos permite recordar el guerrero que somos todos, aquel que vino a poner los puntos sobre las ies para decirle a todos aquellos que aun creen en el sometimiento, que su tiempo acabó. Decirles que nuestras armas son infinitamente más poderosas que las que han esgrimido hasta nuestros días,
porque son instrumentos de amor y conciencia, que no destruyen sino que edifican y transforman. Y eso es una de las cosas a las que más temen estos señores, la transformación. Y la mala noticia para ellos, es que esta transformación ya está en curso y no hay vuelta atrás. La historia humana no podrá seguir escribiéndose de la misma manera, ¡en hora buena!

Es por eso que podemos decir con certeza, por ejemplo, que todos los cambios dramáticos que podemos ver a nuestro alrededor, no son más que el resultado del choque entre esa vieja energía de sometimiento y la nueva energía de la libertad y la conciencia de amor. Si soltamos el miedo a lo que vendrá y nos centramos en lo que llevamos dentro y en lo que somos por dentro, todo
suceso, por terrible que se nos muestre, no es más que la oportunidad de sintonizar con la conciencia de cambio y enrolarnos en esta revolución.

Sólo habrá que permitir el cambio, dejar que la energía fluya y no detenerla con nuestros temores de que todo se acabará o de que estamos ante el peor momento de la historia. Puedo decirles con todo mi amor, que es todo lo contrario, que estamos siendo testigos y creadores del momento más maravilloso que la humanidad podría haber experienciado. El momento en que ya no necesitemos competir entre nosotros para alcanzar plenitud, en que nuestras sonrisas, en tanto reflejo de nuestro interior en amor, sean el catalizador de la energía amorosa que nos dio vida para que el planeta y nuestra forma de vida toquen definitivamente ese estado mágico, luminoso,
empoderado, soberano y sin miedo que por naturaleza nos pertenece. Esas sonrisas que ya podemos ir dando, ese canto ante la belleza de la vida en todas sus formas, es la voz del despertar en conciencia, es la voz del amor a ti mismo tal cual eres hoy, con tus dificultades, con tus miedos, con tus dudas, porque en aquello que aparenta ser tan negativo en nosotros también brilla un creador, uno que aun duerme, pero que está pronto a despertar.

Pero nadie te despertará, eso es parte de esta revolución, nadie te dirá has esto o aquello, porque no hay recetas para este momento, no hay normas –justamente las estamos dejando atrás-, no hay técnica que valga si no existe primero ese amor incondicional por ti mismo. Muchas veces creemos amar al poner nuestras buenas intenciones en otros o en el mundo, pero no nos damos cuenta que esas buenas intenciones también están condicionadas, también surgen de nuestra necesidad a que se nos devuelva amor, o a que el mundo esté bien para tener un lugar donde vivir…, eso es sobrevivenvia, eso es miedo, y hay que decirlo por su nombre. El verdadero amor ante todo es el que te puedes dar a ti mismo, para que por rebalse inunde al mundo. Es un círculo de reacciones: yo amo hasta vaciarme y pido que ese otro a quien amé me devuelva ese amor para volver a llenarme, ese es el origen de todos nuestros dramas. Este nuevo tiempo es sin condiciones, sin definiciones, es sin proyecciones…, a la larga iremos notando cómo nuestra energía libre de temores y brillando en puro amor, es la clave para que todos lleguen a conectar por sí mismos con su propio amor. De esta manera nadie podrá culpar a nadie de sus problemas y sólo quedará mirarse el ombligo, para que en honestidad, podamos decir si realmente queremos ser libres.

 Para que una revolución sea, se necesita determinación, fuerza, libertad interior, valentía, pero principalmente amor. Un revolucionario sólo alberga amor en su corazón, ese amor que le dice que hasta el más temido error, pero hecho con pasión, es el acto más glorioso que pueda crear…, porque es único y soberano, sin pauta. Aquel que es fiel a su corazón antes que a formas
establecidas de acción, es quien prevalecerá.

La nueva energía que se está instalando en nuestro corazón, en nuestra conciencia y en nuestro planeta, no responde a proyecciones. No puede siquiera ser definida, porque no es lineal, porque fluye desde múltiples dimensiones hasta nuestra Tierra, y la revolución no se está dando en el
cielo, sino bajo nuestros pies, en nuestro planeta.

Esta pequeña reflexión, nos permite entender, por qué a veces es necesario rebatir, no en un afá "egocentrico" como se mal interpreta, sino en la búsqueda angustiante de tenr un punto en común... la evolución no es una transición pacífica, es una verdadera conquista cambio revolucionario de conciencia nos abre la puerta al cambio permanente. Es un estado de vida en que no sabremos qué viene en el segundo después de nuestra conciencia. Lograremos despegarnos de lo establecido como real para crear maravillosos y mágicos mundos de no saber, sino de sentir…, y eso requiere cojones y entrega total en confianza ante la vida, creyendo en que
al soltar el control y los miedos de no saber qué vendrá, se mostrará la abundancia de la vida.

Un revolucionario tiene cojones y está hecho de amor, un guerrero como tú y como yo, lo digo con certeza y confianza, porque de lo contrario, no estaríamos comunicandonos, tú y yo, en este momento.

 Por Roberto Cabrera Olea

jueves, agosto 03, 2017

El Trabajo de la Autoobservación

Cuando comienzas a trabajar con la auto-observación, debes dividirte en dos partes: una parte observada y una parte observante.
Para hacer esto, debes tomar parte activa en tu atención y crear una posición ventajosa dentro de tu psicología desde la cuál puedas observarte a ti mismo de forma objetiva y desapasionada. Cuando intentas observarte a ti mismo desde esta nueva posición, debes ser capaz de ver todo de una vez, tus circunstancias exteriores, tus acciones, tus palabras, tus actitudes, los estados emocionales, las posturas, el tono de tu voz, las intenciones y los motivos, las expresiones faciales y los movimientos del cuerpo. Desarrollar este tipo de atención lleva su tiempo y en un principio sólo viene en pequeños destellos. Cada uno de estos destellos es una fotografía de ti mismo y serás capaz de recordarla por su cualidad especial.

Cada esfuerzo de observación de sí irá creando más luz porque ésta deja un rayo de consciencia superior dentro de tu psicología personal. La analogía de la práctica de la auto-observación es la siguiente:
Tienes muchos yoes, uno de los cuáles es el Yo Observante, y estás asistiendo a una representación. Ésta representa la vida. La audiencia (tus múltiples yoes) están cada uno de ellos con la atención puesta en esta representación y cada uno responde y reacciona a ella de forma diferente. Algunos yoes están inquietos, otros están aburridos, otros enfadados, otros perezosos, algunos están encantados, etc. El Yo Observante da una vuelta por el escenario y observa a la audiencia, dándose cuenta de las reacciones de cada uno de estos yoes ante la representación (la vida).
Recordar la práctica de la auto-observación y refinar dicha práctica son los dos primeros desafíos. Intentar recordarse a si mismo puede ser pegar notas recordatorias por todos lados donde esté escrito "recuérdate a ti mismo", o decidir practicarla a una hora determinada del día, o utilizar pequeños trucos que te recuerden que debes observarte a ti mismo siempre y en todas partes.

Una vez que comiences la práctica de la observación de si puede que aparezca una cierta perplejidad ante lo que observas y de lo cuál antes no eras consciente. Este es uno de los mayores obstáculos a superar en el refinamiento de tu práctica. Cuando te observas a ti mismo y comienzas a ver la falta de sinceridad, las mentiras, el egoísmo y la legión de reacciones y emociones negativas y desproporcionadas que caracterizan tu experiencia interna y moldean tu vida, el choque puede paralizarte en lo que al desarrollo se refiere. En cuanto aparezcan juicios ante lo observado, como por ejemplo culpabilidad, miedo, humillación, frustración o vergüenza, puedes sentir este estado de parálisis interna. Como nada consciente puede crecer de un estado de negatividad, efectivamente estás paralizado. Igualmente, cuando comienzas a justificar todo eso que observas. Si aparecen estas justificaciones, puedes estar seguro de que te estás identificando y de que te encuentras en un estado negativo.
La práctica de la auto-observación imparcial es vital. Debes ser capaz de observarlo todo claramente con un ojo desapasionado. Esto quiere decir que hay que dejar de atribuírselo todo a uno mismo. Atribuirse todo a uno mismo significa estar identificado y esto es lo que estamos intentando cambiar. El Trabajo irá poniendo luz acerca de lo que te atribuyes a ti mismo, acerca de donde pones la sensación de yo, tu Yo Real.
La primera cosa a hacer en el caso de volverse negativo como reacción a lo que observas en ti mismo es retirar la sensación de yo de ello. Podemos decir: "esto no soy yo" y tornar el Yo Observante sobre la respuesta negativa y darse cuenta de lo que ésta te dice. Cuando dices "esto no soy yo" estás creando una diferencia entre tu mecanicidad y tu Yo Real, que se clarifica, y retiras de esta forma tu fuerza de la corriente de mecanicidad. Si te observas justificándote, simplemente para la conversación interna.
Será necesario una práctica continuada antes de que el Yo Observante funcione con agudeza o se haga permanente, o antes de que hayas experimentado la suficiente "luz interna" para verificar lo que el Trabajo enseña acerca de tu psicología personal.
La observación de sí ilumina la oscuridad que es esa parte inconsciente en nosotros mismos. No deberíamos ver esta parte inconsciente sólo como el contenedor de nuestros estados negativos sino como el lado que permanece inobservado, inconsciente y desconocido por nosotros. No se puede cambiar nada si no se es consciente de su existencia. Así, la transformación de uno mismo, que es el objetivo del esoterismo, depende sobre todo de la observación de sí.
Algunas de las razones por las que el Trabajo pide observar los estados y emociones negativas son porque no son parte de la esencia. Es algo adquirido y, lo que es más importante, porque se hallan de lleno en el camino del desarrollo interior. También, la no expresión de las emociones negativas nos da una comprensión del dominio y de la superioridad que estas tienen sobre nosotros.

La práctica te mostrará como transitamos continuamente desde la queja a la irritabilidad, a hablar y actuar con rabia seguido de la auto-justificación, pasando al desánimo y a la culpabilidad, etc. Observarás la charla interna y externa en términos difamatorios y te encontrarás a ti mismo refunfuñando sobre algo que debes soportar, preocupado por ello. Serás consciente de cuan crítico eres acerca de todos y de todo lo que te encuentras. Y esto es lo que llamas discernimiento. Notarás que estás lleno de insatisfacción sin importar lo que tengas y te sientes ansioso y temerosamente vulnerable. Cuando las cosas van bien, tendrás miedo de que todo pueda cambiar y sufrirás. Cuando las cosas no van bien, tendrás miedo de que no cambien y también sufrirás. En cualquier caso, tienes miedo y sufres. Te verás a ti mismo guardando rencor contra la gente, contra los eventos y las circunstancias y sentirás frustración. Te verás a ti mismo chismorreando, comprendiendo cuan a menudo mientes, te sientes inseguro, avergonzado o rechazado, o cuan a menudo te adulas a ti mismo, juzgas a los otros y te relacionas con todo en términos de "me gusta" "no me gusta".
Es muy claro que todo este trabajo incorrecto en nuestra psicología debe ser transformado antes de que pueda funcionar a un nivel superior de consciencia. La observación de sí es el primer paso en el comienzo de purificación de tu vida interna, de liberación de todo el caos y la confusión. Cuando observas un "yo" negativo para el trabajo, estás ya menos bajo su poder. El Yo Observante no se identifica y de esta manera no puede ser cautivado por él. Utiliza la fuerza de la intencionalidad que, de otra forma, se "engancharía" en la emoción negativa mecánica. La observación repetida de las mismas emociones negativas las debilita y hace que la separación con ellas sea progresivamente más fácil.

Necesitamos observar la Falsa Personalidad en acción. Esto incluye las actitudes, las opiniones, preferencias, maneras, frases repetitivas, posturas, lenguaje corporal, expresiones faciales y la multitud de yoes cambiantes. Esta multitud de estímulos-respuestas es llamada Yo Imaginario y tiene ilusión de unidad. Su formación proviene de las ideas que tenemos acerca de nosotros mismos. Estas ideas ilusorias forman imágenes de nosotros mismos basadas en la imaginación, la vanidad y el amor propio. El Yo Imaginario cree que es esas imágenes y esa imaginación que tiene acerca de sí mismo, pero la auto-observación honesta e imparcial muestra que no somos lo que suponíamos que éramos. Toda la multitud de yoes surge de las respuestas dictadas por tu Personalidad Adquirida individual. La observación de sí nos puede mostrar que no somos eso.
Después de haber practicado la observación de sí por un período de tiempo, cuando tengamos una memoria-trabajo llena de verificaciones y "fotografías" de nosotros mismos, la idea de la multiplicidad de yoes comenzará a tener significado. Verificar y comprender que no poseemos un centro estable o un yo permanente significa que no vivimos la vida sino que solamente respondemos a los estímulos. La comprensión de esto puede incrementar la necesidad y la aspiración de un cambio.
Este punto en nuestro trabajo puede ser un momento de desorientación e inseguridad. Hacerse consciente de la multiplicidad de yoes sucede en el camino mucho antes de que la presencia del Yo Real tenga la fuerza suficiente para "salvarte" del vértigo psicológico de sentir tu "nadeidad" en la forma aguda que la auto- observación crea. Es aquí donde se alcanza el primer el primer peligro en el Trabajo. Cuando tomas contacto por primera vez con las hordas de yoes sobre las que no tienes dominio en tu psicología personal, cuando las ves reaccionando de forma mecánica hacia la vida sin tu consentimiento, y cuando escuchas sus canciones sin final, de repente te sientes un extraño a ti mismo. No reconoces a estos yoes continuamente cambiantes como un reflejo de la imagen que siempre has tenido de ti mismo, disolviéndose así la ilusión de unidad interna y del Yo Imaginario.
Lo que sigue a esto es la pregunta: ¿Quién soy yo? Y esta es la condición necesaria que debe ser alcanzada. En un momento de realidad cuando experimentas tu verdadera "nadeidad" y sientes la pregunta: ¿Quién soy yo?, si tu motivo es sincero, la respuesta que se recibe es una afirmación de tu Yo Real.

Comienzas a percibir tu Yo Observante separado de los otros yoes en cualidad y posición. Se mantiene aparte, digamos que sobre los otros yoes, y los puede ver en acción. Recuerda que el Yo Observador informa y define el Yo Real y que éste está por encima del Yo Observante. Esta percepción se vuelve una experiencia interna tangible a medida que avanzas a través de la observación de sí. Comienzas a sentir tu sensación de yo diferente de los demás yoes de la falsa personalidad. La diferencia se vuelve espacio entre la falsa personalidad y el Yo Real, definiéndose ambos. Pero este proceso lleva su tiempo y el Yo Observante tiene la habilidad de ver antes de ganar la fuerza de actuar. Sentirás la falsedad de los yoes de la falsa personalidad y comprenderás así que esto no es yo, aunque todavía serás incapaz de cambiar nada. Los que es peor, no sabrás lo que es YO hasta que no realices lo real en ti.
Para atravesar esta parte del camino se necesita cierto nivel de estabilidad y madurez. Puede ser valioso en este punto preguntarse a uno mismo: ¿Qué es lo que hay dentro de mí que está observando? La respuesta clarifica y define al Yo Observante. Cuanto más practiques la auto-observación más rápidamente atravesarás esta etapa del Trabajo a medida que el Yo Observante se vuelve más claro y definido.
En la práctica de la observación de sí, el Yo Observante se hará consciente de la multiplicidad de yoes y su acción, de los rasgos de la personalidad habitual, las emociones negativas, las asociaciones de pensamiento, la justificación, la consideración interna, el miedo y la vanidad, todos ellos reclamando tu atención y utilizando tu energía para alimentarse. En este momento de observación debe hacerse una elección consciente, la que deja de poner atención a todos esos yoes que nos impiden avanzar y afirmar a los que nos ayudan. La facultad para llevar a cabo este tipo de discernimiento consciente nos la da la práctica de la auto-observación.
Justo en esta etapa del Trabajo es donde la pureza de los objetivos internos juega un papel importante. Si tus propósitos y motivaciones son reales y no vienen de tus deseos hacia la vida, entonces aparecerá la inspiración en ti que te ayudará a discernir y elegir más allá de las elecciones de la falsa personalidad basadas en el "me gusta/ no me gusta", lo que debilita nuestro trabajo. Es sólo a través de la vivencia de nuestra "nadeidad" que caminamos hacia el Yo Real y no a través del deseo egoísta de alcanzar poderes, reconocimientos hacia la vida o la necesidad de éxitos personales. De esta forma comprendemos la importancia de nuestros objetivos internos y de la fuente desde donde ellos manan. Sólo la pureza de nuestra motivación acomoda la actividad de la Consciencia Real que nos ayuda a discernir más allá de las múltiples voluntades de la personalidad.

Sin embargo, supongamos que tus propósitos son correctos y que llegas a un punto de tu vida-trabajo donde tienes que elegir qué yoes alimentar y qué yoes abandonar. En términos prácticos, imagínate observándote a ti mismo justificando la crítica hacia alguien:
"...Ya sabes que él es así. Siempre lo has sabido. Es rudo, engreído y estúpido. Te ha causado muchas dificultades, incluso dolor. Habla demasiado, le divierte el sarcasmo sin importarle la ofensa. Te ha insultado deliberadamente. Ya has oído muchas veces sus mentiras, sus chismorreos y sus calumnias contra todo el mundo. ¡Fíjate en su pelo y en su ropa! Seguro que se droga, roba y estafa a todo el mundo. No sé ni siquiera como puedo dirigirme a él..."
Ahora, supongamos que estás observando toda esta canción interna sucediendo dentro de ti y que recuerdas las ideas del Trabajo y tus objetivos internos. Piensas en el Trabajo en relación con este evento. Primero, haces un STOP en la crítica porque es una emoción negativa robándote la fuerza. Tendrás que practicar el STOP interior una y otra vez debido a que estos pensamientos y emociones se resistirán a parar. Entonces reconoces que tu mecanicidad personal y la tropa de asociaciones de pensamiento están en pleno funcionamiento porque comprendes que seguramente haya alguien que encuentre a esta persona encantadora, maravillosa y amable y que hay personas que no ven en él lo que tú estás viendo. Así, son tus reacciones mecánicas subjetivas las responsables de este proceso. Tus emociones negativas son siempre las responsables. ¿Pero cómo podrías no protestar ante él y su conducta? Te dices a ti mismo.
Entonces recuerdas que esa persona también es prisionera de su mecanicidad e hipnotizada por ella. Comprendes que dicha persona no es su conducta más que tú eres la tuya. Habiendo observado y verificado tu incapacidad de "hacer" y de comportarte siempre de forma intencionada, de acuerdo a tus objetivos, comprendes lo que significa ser mecánico y que esa persona no tiene demasiadas elecciones en el asunto. Comprendes que su personalidad se ha podido formar por el dolor y la imitación y que sus comentarios sarcásticos constantes son simplemente un intento para hacer inferiores a los demás de forma que él pueda sentirse superior. Entonces sabes que en realidad, él se siente inferior e inseguro y que su personalidad es manejada por estas condiciones. A través de la comprensión puede aparecer en ti la compasión. Piensas, ¿soy yo diferente? Así observas que tus críticas y calumnies no son muy diferentes de sus chismorreos, de sus calumnias y de su conducta insultante. Podrás verificar que la sospecha y el recelo acomodan los hechos para ajustar tu actitud negativa mientras permaneces sentado en tu pequeño nicho superior mirándole allá abajo, juzgándole y condenándole por hacer sentir inferiores a otras personas. ¿Tu superioridad es más correcta que la suya? ¿Alguna vez has actuado incorrectamente para conseguir atención o poder? ¿Recuerdas la última vez que mentiste o chismorreaste o dijiste palabras crueles sobre alguien? ¿Quizás hoy? No importa si tu expresión de estas cosas no es como la suya. Debes de comprender que son en acción las mismas emociones negativas que las suyas.

Trabajando con la observación de sí y a través de la experiencia personal se comprende muy claramente la inseguridad y el dolor de sentirse inferior. Experimentas cierta afinidad con esa persona y comprendes que no conoces a la persona real sino que sólo puedes ver la falsa personalidad, que en realidad es más doloroso para él que para ti. Sientes un remordimiento real por haber sido tan crítico hacia él. Sientes humildad y el dolor que te has infringido a ti mismo. Agradeces el haber podido comprender todo esto a través del trabajo sobre ti mismo, sientes compasión y humildad. Aparece una oración en tu corazón esperando bendiciones para ti y para él. Te liberas y este estado de claridad se vuelve una experiencia de tu ser real. La consistencia y permanencia de su presencia depende de este tipo de experiencias.
"Gusta de lo que no gustas", dice una idea del Trabajo. No es necesario que aprendas a que te guste todo lo que consideras malo o negativo. Y aquí hay otro punto de las enseñanzas esotéricas fácilmente interpretadas de forma errónea. La idea de aprender a gustar lo que no gustas es un ejercicio que debe practicarse con discernimiento y con una disposición interna apropiada. Si una persona escupe enfrente de ti no tiene por qué gustarte. Sin embargo, a medida que tu condición de mecanicidad y hábitos se va haciendo patente y visible para ti, aparecen otras formas de actuar. Hay más comprensión y compasión, sabiendo y recordando el estado de hipnotismo en el que el ser humano está envuelto, lo que hace que haya una transformación de tus emociones negativas.

Tenemos infinitas posibilidades de transformación a través de experiencias como esta donde nos podemos medir con múltiples asuntos cotidianos que nos harán tener una nueva perspectiva y una visión más amplia y tolerante. Observa como en este proceso el "elegir" tiene mucha importancia. Para comenzar, eliges observarte con un propósito, eliges ponerle atención y esfuerzo consciente. Eliges tener una dirección diferente a la de tu mecanicidad a la luz de ciertas ideas del Trabajo. Eliges observarte a ti mismo sin crítica, tomando la responsabilidad de tu vida. Eliges recordar tus objetivos internos y permitirte ser transformado. Eliges con responsabilidad los pensamientos que piensas, las palabras que utilizas, las emociones que consientes, las influencias a las que te sometes.
En este trabajo todo depende de la observación de sí. Este proceso debe ser practicado para construir una nueva estructura psicológica desde la que tener una perspectiva de comprensión desarrollada. Conocimiento de Sí

Autoobservación Activa


La Auto-Observación íntima de sí mismo es un medio práctico para lograr una transformación radical. Conocer y observar son diferentes. Muchos confunden la observación de sí con el conocer. Se conoce que estamos sentados en una silla en una sala, más esto no significa que estemos observando la silla. Conocemos que en un instante dado nos encontramos en un estado negativo, tal vez con algún problema o preocupados por este o aquel asunto, en estado de desasosiego o incertidumbre, etc., pero esto no significa que lo estemos observando. ¿Siente usted antipatía por alguien? ¿Le cae mal cierta persona? ¿Por qué? Ud. dirá que conoce a esa persona... ¡Por favor!, obsérvela, conocer nunca es observar; no confunda el conocer con el observar... La observación de sí, que es un ciento por ciento activa, es un medio de cambio de sí, mientras que el conocer, que es pasivo, no lo es. Ciertamente conocer no es un acto de atención. La atención dirigida hacia dentro de uno mismo, hacia lo que está sucediendo en nuestro interior, sí es algo positivo, activo...En el caso de una persona a quien se tiene antipatía, así porque sí, porque nos viene en gana y muchas veces sin motivo alguno, uno advierte la multitud de pensamientos que se acumulan en la mente, el grupo de voces que hablan y gritan desordenadamente dentro de uno mismo, lo que están diciendo, las emociones desagradables que surgen en nuestro interior, el sabor desagradable que todo esto deja en nuestra psiquis, etc., etc., etc. Obviamente en tal estado nos damos cuenta también de que interiormente estamos tratando muy mal a la persona a quien tenemos antipatía. Más para ver todo esto se necesita incuestionablemente de una atención dirigida intencionalmente hacia adentro de sí mismo; no de una atención pasiva. La atención dinámica proviene realmente del lado observante, mientras los pensamientos y las emociones pertenecen al lado observado.Todo esto nos hace comprender que el conocer es algo completamente pasivo y mecánico, en contraste evidente con la observación de sí, que es un acto consciente. No queremos con esto decir que no exista la observación mecánica de sí, más tal tipo de observación nada tiene que ver con la auto-observación psicológica a que nos estamos refiriendo.Pensar y observar resultan también muy diferentes. Cualquier sujeto puede darse el lujo de pensar sobre sí mismo todo lo que quiera, pero esto no quiere decir que se esté observando realmente. Necesitamos ver a los distintos “Yoes” en acción, descubrirlos en nuestra psiquis, comprender que dentro de cada uno de ellos existe un porcentaje de nuestra propia conciencia, arrepentirnos de haberlos creado, etc. Entonces exclamaremos: “¿Pero qué está haciendo este YO?”. “¿Qué está diciendo?”. “¿Qué es lo que quiere?”. “¿Por qué me atormenta con su lujuria, con su ira?”, etc., etc.Entonces veremos dentro de sí mismos todo ese tren de pensamientos, emociones, deseos, pasiones, comedias privadas, dramas personales, elaboradas mentiras, discursos, excusas, morbosidades, lechos de placer, cuadros de lascivia, etc., etc., etc.Muchas veces antes de dormirnos en el preciso instante de transición entre vigilia y sueño sentimos dentro de nuestra propia mente distintas voces que hablan entre sí. Son los distintos Yoes que deben romper en tales momentos toda la conexión con los distintos centros de nuestra máquina orgánica a fin de sumergirse luego en el mundo molecular, en la “Quinta Dimensión”.

La Autoobservación y sus Fases



La práctica de la auto-observación nos ha llevado a advertir que en ella hay varias fases o etapas de profundización en uno mismo.

1ª Fase. El observador-observante
El observador se observa a sí mismo y toma consciencia de sí mismo, en su desenvolvimiento vital, advierte sus pensamientos, sentimientos, deseos, impulsos, sus palabras y sus actos, al principio emitiendo juicios, después sin juzgarse. Anota defectos y cualidades, se analiza, reflexiona. Este entrenamiento se puede hacer en cualquier momento o situación de la vida cotidiana, mientras se hace otra cosa. Esta primera fase nos prepara para la siguiente, que puede despertar en cualquier momento.

2ª Fase. El observador-observado
El observador se ve ahora observado por una conciencia más amplia, que fluye de sí mismo y que magnifica su consciencia. Es la conciencia adimensional, espiritual, de esta forma se contempla con comprensión y benevolencia, con amor. Así adquiere una comprensión más amplia de su realidad, se ve participando en una conciencia superior de la que él dimana.

3ª Fase. La unificación del observador-observado con su centro de unidad conciente
Profundizando en la etapa anterior se unifican las dos partes, la parte observante y la parte observada, o contraparte, se adquiere una conciencia de unidad trascendente, de pertenencia, de seguridad, de objetividad, ya no hay separación entre observador y observado, aunque no se abandona esta doble polaridad, se sabe con certeza que son dos funciones del mismo ser, dos formas de darse. Ahora todo se percibe como uno, todo fluye, desde una consciencia amorosa, se percibe que uno es Nada, y por eso puede comprender cualquier manifestación como parte de la unidad, ya que no hay identificaciones. El trabajo con la auto-observación va permitiendo ahondar en nuestra realidad interior. Es un proceso de auto-indagación (¿quién soy?) que lleva a la auto-realización (soy yo). La auto-observación es posible realizarla gracias a que somos seres doble pensantes, que pensamos que pensamos, que sabemos que sabemos, que sentimos que sentimos. Por ello nuestra consciencia puede adoptar dos planos reflejos, el observador y el observado, que es el propio observador. De esta forma el observador hace objetivo al observado. Al principio lo etiqueta, lo cataloga, lo juzga, para identificarlo. Más tarde se da cuenta de que no hace falta ese análisis, pues ante todo es, por encima de cualquier identificación. Por ello, más que juzgar, lo que hace es reconocerse a sí mismo, posicionarse en su ser, en su centro de conciencia. Así en el proceso de auto-observación se avanza desde el análisis clasificador, a la comprensión intuitiva, que no necesita juzgar. De esta forma, podemos apreciar que la auto-observación no es solo tomar consciencia, o percibir, sino modificar, transmutar por mayor frecuencia de comprensión. La auto-observación transforma, modifica, realinea nuestro ser. La auto-observación es además un proceso de retroalimentación consciente. La auto-observación nos hace conscientes de lo que vivimos, de lo que antes nos pasaba desapercibido. El que actúa sin auto-observación actúa de forma automática, respondiendo a los estímulos de su medio o a los propios impulsos, pero sin reconocerse. La auto-observación es un proceso de auto-percepción, en el que nosotros somos el reflejo y el espejo en el que se proyecta nuestra luz, y acaba siendo devuelta en términos de conciencia, de tomar conciencia de lo que somos en realidad, más allá de nuestros automatismos. La auto-observación comporta además una atención vigilante, que contribuye a nuestro despertar del sueño de los sentidos. Pues acabamos descubriendo que nuestra realidad no es la apariencia que vemos, sino que nuestra realidad mayor es subyacente, trascendente. Por tanto, la auto-observación es un trabajo de introspección, verse por dentro, siguiendo la máxima que propone desde hace siglos: "Conócete a ti mismo". Esta introspección nos interioriza y nos religa a nuestro centro espiritual, nos permite alcanzar el auto-conocimiento. Sé quien soy, no de forma nocional, sino experiencial, me he encontrado a mí mismo en mi mismo, en mi interior. De ahí las sentencias de la sabiduría: "No te vayas fuera, en el interior del ser humano habita la verdad", "Todo lo que necesitamos saber está en nuestro interior". Y así el pensar, el pensador y el pensamiento que eran apariencias desligadas se religan en la unidad del ser, como tres aspectos de lo mismo, de la realidad que diferenciándose acaba reconociéndose. Este proceso de auto-observación es pertinente también para el propio cosmos. El Absoluto se auto-observa en los espejos de la creación, de su manifestación, con la que se retro-alimenta. Primero se extraña, después mira, observa a través de sus criaturas, y finalmente se auto-observa y acaba reconociéndose como origen, Todo y Nada, al mismo tiempo. Y nosotros mismos, en ese proceso de auto-observación somos parte del Absoluto realizando un proceso que va desde el des- conocimiento, a través del conocimiento, hasta alcanzar el re- conocimiento. Descubriendo que todo este proceso ha sido una juego para ejercitar el amor.

martes, junio 30, 2015

La Conciencia



Por Andrés Piñán   

Ciencia y Conciencia

Toda nuestra ciencia actual se fundamenta en que el espacio, el tiempo, la materia y la energía son los auténticos componentes de la realidad.  La física newtoniana sostiene que vivimos en un universo físico que tiene objetos separados en el tiempo y en el espacio, que nuestros cuerpos son parte del universo físico, que la conciencia es un fenómeno derivado de la materia, y que si tenemos pensamientos y sentimientos, emociones y deseos, instintos e impulsos, es el resultado de  complejos procesos bioquímicos, de moléculas en movimiento.   Que es real lo que podemos percibir con nuestros sentidos, lo que podemos ver, sentir y tocar, que la verdadera prueba de la realidad es la experiencia sensorial.




Para la ciencia actual representa un grave problema el fenómeno de la conciencia. Es relativamente fácil explicar como el hidrógeno evolucionó para transformarse en otros elementos, los cuales se combinaron para formar moléculas y luego células simples dotadas de vida, y como éstas se desarrollaron hasta formar seres complejos como nosotros.  Pero no hay nada en el campo de la física, la química, la biología o cualquier otra ciencia que de una explicación razonable y clara de la capacidad de los seres de tener experiencias interiores de cualquier tipo, que es lo que entendemos como conciencia.    

Parece posible, aunque complicado, entender la función del cerebro y su correlación con los fenómenos mentales, como percibimos, discriminamos, reaccionamos frente a los estímulos, centramos la atención, etc.,  pero lo realmente problemático es la conciencia en si. ¿Porqué el complejo procesamiento de información en el cerebro conduce a experiencias interiores?.  La ciencia occidental no considera el que los seres deban tener conciencia.

Como seres humanos nos enfrentamos al hecho indiscutible de poseer una conciencia propia, y sin embargo no tener manera de explicarlo.  ¿Cómo a partir del polvo y el agua de la tierra las fuerzas naturales hicieron aparecer un sistema mental capaz de preguntarse por su propia existencia?. ¿Cómo se ha vuelto consciente el universo a partir de los mas simples de los elementos?.

Científicos y filósofos intentan explicarse como surge la conciencia ( por ej. a través de la química cerebral y procesamiento del cerebro), pero no hay respuesta a la pregunta : ¿Cómo es posible que algo tan inmaterial como la conciencia surja de algo tan inconsciente como la materia?.  El fracaso posiblemente se debe a que todo se basa en la evidencia de que la conciencia surge o depende del mundo físico del espacio, del tiempo y la materia. La conciencia ha sido relegada a ser un fenómeno material.  Estamos considerando al cuerpo humano como la máquina que aprendió a producir conciencia. (véase Peter Russel, Ciencia, conciencia y luz ,Ed.Kairós).

Nuevos paradigmas científicos

El mundo que en realidad conocemos es el mundo que toma forma en nuestra mente, no se compone de materia, sino que su cualidad es mental. Lo que realmente vemos del mundo no es su apariencia, es solamente nuestra manera de mirarlo. Nuestras mentes, nuestras conciencias están creando todo lo que estamos viendo allí afuera. Todo lo que sabemos, percibimos e imaginamos, el color, el sonido, los pensamientos, las sensaciones y los sentimientos, son formas que ha adoptado la conciencia.  Incluso el espacio y el tiempo no son dimensiones      fundamentales de la realidad, son dimensiones fundamentales de la conciencia.

Cuando observamos un objeto cualquiera,  la luz que refleja forma una imagen en la retina del ojo. Unas células fotosensibles descargan electrones que desencadenan impulsos electroquímicos que viajan por el nervio óptico hasta llegar al cortex visual del cerebro, en donde son procesados en formas, colores, movimientos.  Al final del proceso, en la conciencia aparece la imagen, por ej. de un árbol.  Es algo que realmente ocurre, aunque se ignora como.  Todo lo que percibimos (vemos, olemos, tocamos, etc) se reconstruye a partir de los datos sensoriales. Creo estar percibiendo el mundo que me rodea, pero en realidad de lo único que soy consciente directamente es de los colores, sonidos y olores que aparecen en la mente.

Cuando estamos despiertos, nuestra imagen del mundo se basa en la información que recogemos con nuestro organismo sensorio del entorno que nos rodea.  Sin embargo ya hemos visto que la realidad que percibimos es una creación de nuestra mentes, al igual que lo son los sueños, que lo que percibimos del mundo es la realidad que cada uno de nosotros está construyendo y que constituye el conjunto de nuestras experiencias.

Podemos decir que existen dos realidades:    1) la realidad física , lo que está ahí afuera que estimula nuestros sentidos,  2) la realidad personal que experimenta cada cual, que es la reconstrucción del mundo que aparece en nuestra mente.  Lo ilusorio aparece cuando confundimos ambas realidades, cuando nuestro juicio malinterpreta los datos sensoriales;  sufrimos un engaño cuando creemos que  las imágenes que aparecen en nuestra conciencia son en realidad el mundo exterior (cuando pensamos que el árbol que vemos es el árbol en sí).  Ahora bien, ¿podemos estar seguros de que existe una realidad física fuera de nosotros si lo único que podemos conocer son las imágenes que aparecen en nuestra mente?.

 La física cuántica nos dice que todo depende de quien esté mirando, que mas allá de los limites de nuestra percepción hay una ambigua sopa cuántica de energía e información fluyendo sin cesar, y con todo eso nosotros creamos la experiencia de un mundo material. Sabemos que el cuerpo humano no es una estructura anatómica congelada, que en realidad es un centro de inteligencia, de energía e información, que al igual que todo en el universo está hecho de átomos, compuestos de partículas subatómicas que se mueven a la velocidad de la luz alrededor de enormes espacios, y que no son objetos materiales, sino fluctuaciones de energía e información, detenidas en eventos de espacio-tiempo. Oscilan entrando y saliendo de la existencia dependiendo de si se las observa o no. El mundo material está realmente hecho de nada. Se nos dice que la materia en su mayor parte ( en un 99,9999999%) es un fantasmagórico espacio vacío. Si es así, ¿porqué el mundo aparece tan sólido e inmutable?.  Parece ser que los electrones giran tan rápido alrededor del núcleo que crean un escudo impenetrable como si fueran bolas sólidas. Las partículas subatómicas (100.000 veces más pequeñas que un átomo) tampoco son sólidas, ni materia, son como “nubes confusas de existencia potencial”.         

¿Qué son realmente los pensamientos sino fluctuaciones cuánticas, impulsos de energía e información, eventos cuánticos que se transforman en eventos de espacio-tiempo manifestándose en algo material?. 

Hoy la ciencia sabe que el cerebro convierte cada pensamiento o sentimiento , impulsos no materiales, en moléculas mensajeras (neuropéptidos), mediante las cuales se comunican las células del sistema nervioso.  Es el lenguaje de las moléculas, en el que se transforman los pensamientos. La conciencia influyendo en lo que llamamos bioquímica.  Igualmente se sabe que cada célula de nuestro sistema inmunológico, que nos protege de infecciones, procesos degenerativos, etc. está siendo continuamente afectada por el diálogo interno que estamos constantemente manteniendo, que cada célula del sistema nervioso de todo nuestro cuerpo tiene pensamientos, toma decisiones, tiene memoria, posee un intelecto. Se está empezando a considerar a este universo como un universo “pensante”, que está vivo, que es como un organismo que respira, piensa y metaboliza, a través de impulsos de energía e información y que dan lugar a todo lo existente.  (véase Deepak Chopra,” Cuerpos sin edad, Mente sin tiempo” y “ Curación cuántica”).  La ciencia actual, libre de prejuicios, está descubriendo que el cuerpo es en realidad una mente, la experiencia objetiva de la conciencia, y la mente es la experiencia subjetiva de la conciencia, y todos nosotros no somos ni el cuerpo ni la mente, sino quienes estamos creando ambas.  Somos, al igual que todos los seres vivientes de nuestro planeta, energía e información, expresiones de inteligencia, atención y conciencia.  Hoy la ciencia ha demostrado que en menos de dos años reemplazamos nuestro cuerpo completo, hasta el último átomo, por lo tanto posiblemente nosotros no podemos ser nuestro cuerpo físico, que es tierra, agua y aire que se va reciclando, sino que estamos usando las moléculas que constituyen el mismo para manifestar nuestros recuerdos, deseos y emociones.  Parece obvio que nuestra mente individual no está restringida a nuestro cuerpo físico.

Es la conciencia la que modula la materia, y no al revés. En otras palabras, hoy se conoce que la fisiología, el sistema inmunológico, el nervioso, el endocrino e incluso la conducta, están influenciados por el estado de conciencia que tengamos. (por ej. en un estado temeroso el nivel de inmunidad es muy bajo).

 “Espacio-tiempo, materia-energía , el cuerpo físico y el universo se engendran cuando la conciencia se mueve dentro de sí, para crear la infinita diversidad de formas y fenómenos que llamamos cuerpos. Todo ello es simplemente un movimiento de la conciencia”.(Deepak Chopra).

“Deseo conocer los pensamientos de Dios, lo demás son detalles.”(A.Einstein)

“Vivimos en un universo que no tiene principio en el tiempo, que no tiene fin en el tiempo, ni bordes exteriores en el espacio” (Stephen Hawking, Breve historia del tiempo).

En todas las tradiciones espirituales y religiones del mundo ha existido la idea de que mas allá de la mente y del cuerpo, mas allá del pensamiento está el pensador o alguien que genera la idea, el experimentador que crea las ideas. Se le ha denominado fuerza creadora, energía vital, alma o Espíritu, etc. Fuerza misteriosa, abstracta e incomprensible, pero real, “no materia” pensante reflejada en experiencias de percepción ligadas al espacio y al tiempo.


La conciencia según la visión Antroposófica

Existe una tendencia a creer que la conciencia del hombre no ha ido evolucionando a lo largo de su historia, que sus facultades psíquicas siempre fueron iguales y que lo que ha evolucionado es únicamente el medio cultural en el que se desenvuelve el ser humano.  No se puede negar la importancia que dicho ambiente cultural tiene, aunque, recogiendo el punto de vista antroposófico con el que me identifico, el mismo es el resultado de la configuración anímica de cada época determinada.

Rudolf Steiner, el fundador de la ciencia espiritual antroposófica, en sus investigaciones sobre el desarrollo del hombre describe detalladamente (véase su Ciencia Oculta y su Teosofía) la evolución de la conciencia humana y el desarrollo de las nuevas facultades anímicas adquiridas en épocas determinadas, en especial en tres grandes etapas que él describe como de desarrollo en el hombre del alma sensible   (hasta la fundación de Roma), del alma racional ( hasta 1413) y del alma consciente (época actual y que durará hasta el 3513, fin de la 5ª época cultural post-atlante.).  A través de estas etapas se ha desarrollado gradualmente una influencia cada vez mayor del Yo (o ser en si mismo) como cuarto cuerpo o principio humano sobre los otros tres cuerpos ( físico, vital o etéreo y astral o emocional).

 Según manifiesta Steiner, en la época del alma sensible el ser humano no podía actuar independientemente como un ser completamente autoconsciente con su Yo incorporado, sino que actuaba bajo inspiración de seres superiores. No podía pensar ni especular sobre si mismo o sobre su mundo, su comportamiento ético-moral se basaba en instrucciones heredadas de tiempos remotos y percibía el mundo a través de sus sentimientos.  No fue hasta la época de Grecia, en que aparece la conciencia característica del alma racional, y sobre todo con Roma, cuando aparecen ya personas completamente “encarnadas”, y con confianza en ellas mismas, que piensan y actúan de forma autónoma, propia de la época del alma racional. En esta época es cuando se produce la plena incorporación en el hombre del Yo ” o ser en si mismo” mas elevado y que hará que sea posible su evolución futura como un ser moralmente libre, capaz de cumplir el destino que los dioses le habían fijado y que llegó a la humanidad con el advenimiento del Cristo. Este Yo superior no podía encarnarse dentro del hombre hasta que se le fue otorgado a través de la encarnación, muerte y resurrección del ser mas elevado que se ocupa del hombre, el Cristo.  Con ello el ser humano asumiría plena responsabilidad de sus actos.

Con las cualidades peculiares propias del alma racional, adquirida por el ser humano en el punto medio de su evolución terrenal, también denominada por Steiner como alma de entendimiento o alma intuitiva, el hombre fue capaz de pensar por si mismo (una consecuencia fue el nacimiento de la Filosofía en Grecia), completó su “descenso” de los mundos espirituales, y ya encarnado plenamente como hombre terrenal recibió la posibilidad de “ascender” nuevamente, si bien añadiendo  su conciencia terrenal a la de los mundos espirituales.

En Grecia comienza el desarrollo de la conciencia propia del alma racional, caracterizándose por el paso de la Religión a la filosofía, el cambio de la aceptación de las religiones aceptadas sin discusión, a la actitud intelectual escéptica y crítica, por el interés griego por las innovaciones, por el paso de la creencia en la infalibilidad del monarca, con sus atributos divinos o gobierno de los dioses a través de un gobernante inspirado, a la creencia implícita en la sabiduría colectiva y formas de gobierno a través de la voluntad colectiva.

El ser humano, con el desarrollo propio de las cualidades del alma consciente, también denominada por Steiner como alma espectadora, adquiere la capacidad de objetivar, de contemplarse a si mismo objetivamente.  Este tipo de conciencia tiene la tarea de establecer conscientemente el encuentro entre personas, mediante la verdadera percepción y reconocimiento del “yo” de los otros.  Es asimismo labor del alma consciente la de recuperar la percepción de los mundos espirituales (percepción que según Steiner se había mantenido, en parte, hasta la época egipcio-babilónica), pero que ha de ser nuevamente adquirida conscientemente, pero ya junto a la percepción que hemos adquirido respecto al mundo de la materia.   En la época actual se ha incrementado la conciencia del Yo en todos nosotros, así como la que tenemos del mundo exterior. Creación de esta conciencia es la capacidad de percibir los mundos espirituales, tomando el hombre en sus manos las riendas de su propia evolución alcanzando el máximo grado posible de auto-conciencia.   Podemos distinguir como características propias de esta  época de la Conciencia  los sistemas de gobierno representativos, el libre juicio, la libertad de conciencia, la tolerancia religiosa, la superación de los conceptos tribales y nacionalistas, el encuentro consciente de las almas entre personas y verdadero reconocimiento del Yo ajeno, etc.

En la etapa de conciencia que seguirá a la actual del alma consciente, en la sexta etapa cultural post-atlante, según Steiner,  será en la que realmente entre el cristianismo en la voluntad humana, con toda su fuerza, de especial desarrollo de cualidades espirituales, siendo la vida humana henchida de amor fraternal.

Visión de futuro

En la etapa actual de conciencia objetiva , en  estado de vigilia, vemos los objetos delimitados en el espacio, con colores, sonidos, vibraciones, etc. en un mundo exterior.   En etapas anteriores,  el hombre, según Steiner, percibía el mundo en imágenes, parecido a como percibimos los sueños actuales, imágenes que surgían en su alma como efectos que le producía el entorno, como fluctuaciones anímicas que resonaban en su alma.  La conciencia objetiva actual se fue formando  paulatinamente en el transcurso de la evolución, con el surgir progresivo de los órganos físicos y sentidos que nos permiten percibir los objetos del universo como algo exterior.

¿Cómo puede ser el desarrollo futuro del ser humano? . Steiner manifiesta que , además de los sentidos actuales existen en el hombre otros en estado latente, que se irán desarrollando paulatinamente.  En el transcurso de la evolución terrestre, aparecerán en los futuros habitantes formas físicas muy distintas a las actuales, con nuevos órganos que permitirán la percepción de otras formas.  Personas actuales dotadas de clarividencia pueden percibir los modelos espirituales de los futuros seres materiales:  lo que hoy ven como nubes de luz y color, áurea de energía alrededor del cuerpo, se convertirán en formas físicas.  Junto con la posibilidad  actual de ver los objetos desde dentro, como algo exterior a nosotros, el hombre actual ha desarrollado el mundo de las ideas o pensamientos sobre los objetos, que es la base de la memoria y de su autoconciencia.  Solo el hombre pensante actual es capaz de diferenciarse a si mismo del entorno como ser independiente y autoconsciente, reconociéndose a si mismo como un “Yo”.

Para la visión clarividente de Steiner, dentro de la autoconciencia, de la vida pensante actual, se ve una disposición hacia estados de conciencia aún mas elevados.  Ya se pueden percibir estados de conciencia que la humanidad entera habrá de alcanzar con el avance de la evolución planetaria, estados que se encuentran en los seres humanos actuales en estado germinal, en sus inicios.   Ante la existencia actual de los objetos “reales” perceptibles a los sentidos, y los meros pensamientos o representaciones que de ellos nos hacemos, como algo “irreal” o no existente, en un futuro se convertirán en reales:  el hombre será entonces capaz de crear imágenes, y no sólo representaciones;  la representación del color será el color mismo, igual que la del sonido será el sonido mismo, etc...   
En el futuro el hombre hará surgir, por su propia capacidad, un mundo de imágenes en el espacio exterior.  Gracias a ello será capaz de percibir seres y objetos energéticamente mucho mas sutiles,  y que por eso no vemos con nuestros sentidos actuales,  que el hombre del futuro verá con sus nuevos sentidos anímico-espirituales.  El hombre entonces, según Steiner, pasará de la actual conciencia objetiva a una “conciencia autoconsciente de imágenes”, con la que podrá comunicarse con otros seres,  hoy ocultos a nuestra percepción sensoria.

Junto con este cambio en las percepciones el hombre futuro verá también transformado su mundo de sentimientos y relaciones con su entorno.  Hoy el hombre ya puede influir conscientemente en otros seres sensibles. En un futuro podrá igualmente influir actuando conscientemente sobre otras fuerzas y poderes desconocidos (mediante manipulaciones genéticas y sobre fuerzas creadoras de la vida), y también se verá influenciado por dichas fuerzas y poderes.  En esta etapa de la conciencia ya no existirá el concepto de muerte, ya que ésta se produce cuando fallan los sentidos físicos, que son los que nos relacionan con el entorno. Si las influencias del mundo externo se reciben mediante imágenes que el hombre crea desde si mismo, podrá regular su intercambio voluntario con el entorno, no viendo su vida interrumpida en contra de su voluntad, e imperaría sobre el nacimiento y la muerte.
        
 En etapas de desarrollo aún superiores el hombre no sólo podrá crear imágenes, sino también objetos y seres. De la conciencia autoconsciente de imágenes se pasaría entonces a la conciencia autoconsciente de objetos, convirtiéndose en ser creador con dominio de las fuerzas creativas de otros mundos.  Posteriormente entraría en un estado de conciencia espiritual, con el que se cumpliría la meta evolutiva de la humanidad, conforme al papel asignado por la divinidad.

lunes, junio 29, 2015

EL APEGO Y LA SOLUCIÓN



El apego es la naturaleza del ser humano, es la naturaleza de la existencia.
No debemos sentirnos mal ni culpables si tenemos apegos. Liberarnos de los apegos toma mucho tiempo, no es posible hacerlo de un día para otro, es necesaria mucha práctica.

Los apegos nos conducen al sufrimiento, por eso es una enseñanza básica y muy importante en el Budismo.

Si nosotros nos aferramos a las cosas del mundo, sea lo que sea; nuestros propios cuerpos, cosas materiales, personas queridas, etc, todas las cosas están destinadas a cambiar, van a ser alteradas, van a desaparecer, y si no desaparecen, van a tomar una forma diferente de la que tienen ahora. Es la impermanencia.
Si nos apegamos a algo, y ese algo cambia o desaparece, lo que sucede es que uno sufre.
Una vez que comprendemos esto, la reacción no será “no debo apegarme”, sino que será
“¿cómo puedo hacer para liberarme de estos apegos o por lo menos reducirlos?” para que el sufrimiento sea menor cuando la impermanencia aparezca y nos quite estas cosas.
Para comprender esto, una de las cosas básicas es entender cómo surgen los apegos.

¿Cuál es el mecanismo psicológico por los cuales los apegos surgen?

Los seres humanos tenemos sentimientos, y éstos pueden ser divididos en dos aspectos: los sentimientos placenteros y los sentimientos desagradables.

Casi todas nuestras experiencias pueden ser subdivididas en estos dos sentimientos.
Y ¿por qué? Porque está en concordancia con la naturaleza que queremos tener lo placentero y evitar lo desagradable.
Una vez tienes sentimientos, también debes tener deseos. Estas dos cosas van juntas.
Una vez que uno tiene un deseo intenso, ese deseo intenso es un estado desagradable. Lo que uno quiere es satisfacerse.
En el mundo siempre encontramos cosas que nos satisfacen, cosas que nos hacen sentir bien con uno mismo, cosas que hacen surgir sentimientos placenteros, cosas que te ayudan a evitar sentimientos desagradables, y estas cosas nos ayudan en cierto sentido, éstas son las cosas a las que nos apegamos.
Desde el sentimiento, del deseo intenso, debe surgir el apego.
Mientras tenemos deseos intensos, mientras sigamos apegados a nuestros sentimientos y veamos a los sentimientos como algo importante, vamos a tener apego.
El pensar “No debo apegarme”, no es beneficioso, en realidad te va a hacer sentir mal contigo mismo.

Nosotros tenemos el sentido del “Yo” dentro nuestro. Y uno de los aspectos más importantes de ese sentido del “Yo” es el sentimiento de que “estamos en control”; que podemos controlar nuestro mundo. Podemos asegurarnos de que tenemos buenos sentimientos, sentimientos lindos, placenteros y que podemos evitar los desagradables. Este es uno de los aspectos más esenciales del sentido del “Yo”. Tenemos esta percepción dentro nuestro de que “tenemos el control”, podemos controlar al mundo para asegurarnos que sentimos cosas lindas y evitamos las cosas malas.
Este sentido del “Yo” del que Buda habló en muchos lugares, y cómo éste da surgimiento al sentido de estar a cargo o estar en control, ésta es una parte fundamental de la existencia humana. No es algo que uno pueda quitárselo de encima, decir “No voy a tener esto”. Uno tiene que tener este sentido del “Yo” a menos que uno esté muy desarrollado espiritualmente, totalmente despierto.
Este sentido del “Yo” es tan esencial para nuestra existencia, no tenemos otra opción más que apegarnos.
Desde el sentido del “Yo” surge la idea de que estoy a cargo, de que puedo controlar las cosas, y porque uno piensa que puede controlar las cosas, uno desea ansiosamente, porque el desear intensamente surge como resultado del hecho que uno piensa que puede controlar las cosas.
Si realmente no pudiéramos controlar las cosas, el desear intensamente no tendría ningún sentido. De ese desear intensamente, surge el apego a esas cosas que satisface el deseo en tu vida.
El apego surge porque el objeto de apego da una sensación de placer, de bienestar, de felicidad, por eso nos apegamos tan fuertemente.
Este es el mecanismo básico de cómo sucede el apego.

¿Cómo podemos liberarnos de los apegos y cómo podemos entrar en el sendero para reducirlos y hacerlos menos problemáticos?
¿Qué podemos hacer acerca de estos apegos? ¿Cómo podemos superarlos? ¿En qué tipos de cosas debemos pensar?
 


La respuesta a esto es, antes que nada necesitamos crear un refugio para nosotros mismos, que es en otro lugar separado de los apegos que tenemos.
Muchos de los apegos que tenemos están en nuestro mundo cercano; en nuestro trabajo, nuestro sentido de quienes somos en relación con otra gente, con nuestro cuerpo, seres queridos, nuestra casa, nuestra mente (sentido del "Yo").

Todo lo que tenemos que hacer es mirar a nuestro interior en lugar de mirar nuestro exterior. Ahí es donde podemos encontrar un descanso de los apegos.

Y entonces lo que tenemos que hacer es embellecernos a nosotros mismos internamente, tenemos que encontrar la fuente de la felicidad y satisfacción dentro de nosotros mismos en vez de afuera. Y cuando pueden hacer crecer este sentido de belleza, la satisfacción sucede, paz dentro de ustedes y comienzan a encontrar que se liberan de esta dependencia de las cosas externas.
Si uno se siente bien con uno mismo, aún es triste cuando alguien fallece, o cuando alguien pierde su trabajo, pero no es tan malo como solía ser porque uno tiene algo más en la vida, algo que es aún más precioso que estas cosas externas: la fama, la culpa, el alago, etc.
Así que es el sendero de “embellecer la mente”, hacer la mente más luminosa, tener una fuente interna de felicidad. Esta es la manera, gradualmente, de nivel a nivel, en que podemos superar estos apegos externos.

Una manera de ver este sendero es considerarlo como una escalera de apegos, que a medida que uno va subiendo esta escalera, uno va sustituyendo un mejor apego por un mal apego. Gradualmente uno se puede alejar del sufrimiento que esos apegos hacen surgir. Y la manera en que esto funciona es como cuando uno comienza por primera vez a estar interesado en la vida espiritual. Cuando uno empieza a sentirse más espiritual, significa que se va alejando cada vez más del mundo material y mundano, y esto es un apego bueno. Aún van a haber apegos en el mundo material, pero cada vez son menores, a medida en que vaya subiendo esta escalera.

Cuando uno comienza a practicar la vida espiritual, uno comienza a practicar la moralidad, amabilidad, bondad, valores, etc, y cuando hace esto, está aferrándose a un escalón más alto a esa escala de apegos.
A medida que vamos haciendo esto, hay beneficios con la práctica. Uno encuentra un sentimiento de felicidad, de alegría, por la práctica de la amabilidad y de los 5 preceptos. Y cuando uno observa que incrementa la felicidad y alegría, no tiende a aferrarse tanto a la propia identidad, como “persona espiritual” o “budista”, porque uno se mueve hacia la mente, uno se siente bien acerca de uno, que la vida vale la pena, uno siente “me va bien en la vida”. Y lentamente uno cambia la visión de uno mismo, con una visión más sana, un entendimiento más sano.
En el próximo escalón, uno no se aferra más tanto a la identidad de una persona espiritual, y todavía menos con la identidad de una persona material.
Luego, el próximo escalón en la escalera espiritual es la práctica de la meditación. Uno comienza a hacer amor bondadoso, compasión, tener un sentimiento de paz en el mundo. Inicialmente uno tiene que aferrarse a la práctica de la meditación, no siempre es fácil, todos sabemos lo difícil que puede ser mantener la práctica de la meditación, entonces decidan: “Voy a hacer todos los días 10 minutos de práctica de meditación”.

Nos aferramos a eso porque lo decidimos, tomamos la determinación de hacerlo.
A medida que uno comienza la práctica de la meditación, encontramos que gradualmente, con el paso del tiempo, la mente se vuelve más pura, uno tiene menos enojo, menos problemas con la gente, menos deseos fuertes en la vida, la mente se vuelve más clara, más hermosa, uno tiene un sentimiento de alegría y felicidad a medida que hace esta práctica.
No te preocupa tanto lo que los demás piensan de ti, lo que el otro piense no interesa, porque tienes un sentido de independencia.

Y cuando la meditación despega, cuando encuentras que tu mente es linda y pura, y tienes un sentimiento de desear el bien a la gente, luego uno puede comenzar a soltar el aferramiento a la moralidad, a ser amable. ¿Por qué? Porque cuando un sentimiento de compasión surge desde dentro de ti, no tienes que forzar la amabilidad. Uno ya no tiene que aferrarse a los 5 preceptos porque éstos se vuelven una extensión natural de una mente pura, hermosa. Entonces otra vez podemos ver como nos soltamos para aferrarnos a algo superior.

Una cosa interesante que va sucediendo a medida que uno va subiendo esta escalera es que el apego que uno tiene a estos escalones superiores es mucho menos que los apegos que solíamos tener en los escalones inferiores.
Uno se vuelve menos vulnerable como persona a las subidas y bajadas de la vida.
Cuando uno puede superar el apego totalmente, es el momento cuando uno tiene una profunda realización, un profundo entendimiento acerca de la vacuidad del ego.
Es solamente comprendiendo y viendo que en realidad esto sólo es una ilusión, solamente entonces podemos superar los apegos totalmente. Y este es el próximo escalón después de la meditación.

No es una cosa fácil liberarse de los apegos, es una cosa muy profunda, algo que uno tiene que practicar por un largo período de tiempo.

Por esto, el pensar: "No debo apegarme", esta es una mala manera de ver las cosas, no nos beneficia. Es bueno saber que el apego lleva al sufrimiento, porque sabiendo esto, te da la motivación de practicar para liberarte de estas cosas.

Debemos pensar: “¿Puedo usar estos apegos de una manera sabia?”

El apego es un Sendero en el que uno se permite apegarse a aquellas cosas que realmente son importantes en la vida. Apéguense a aquellas cosas que traen progreso espiritual en vez de apegarse a aquellas cosas que hacen surgir el sufrimiento.
Siempre va a haber un aspecto de sufrimiento con el apego, así que asegúrense de apegarse a aquellas cosas que nos llevan lejos del sufrimiento, en vez de generar más sufrimiento para el futuro.

 


Ajahn Brahmali


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